“Zeffirelli es respetuoso de la tradición”
Responsable de la reposición de “La Traviata”, que sube hoy a escena en el Colón, defiende al director italiano y creador de la puesta.
El italiano Stefano Trespidi es el responsable de la reposición de La travia
ta concebida por Zeffirelli hace ya diez años. La ópera de Verdi subirá hoy al Colón. Cuando se anunció, la puesta iba a estar a cargo de Sofia Coppola, pero esa posibilidad no se concretó, por lo que Trespidi quedó a cargo.
Trespidi nació en Verona y, aunque estudió derecho y llegó a recibirse de abogado, no pudo escapar al destino que la ciudad de Romeo y Julieta le había marcado: a los 17 ya era figurante en la famosa Arena de Verona y pocos años después se ponía al servicio del gran régisseur y cineasta Franco Zeffirelli. “No fue para nada fácil”, cuenta Trespidi en un castellano casi perfecto, durante un descanso brevísimo que le dan los ensayos de esta producción de La traviata. “Conocí a Zeffirelli en el año 1995. Actué en una de sus puestas y, por supuesto, me impactó su modo de trabajar. Quise colaborar con él de inmediato, pero ya tenía muchos asistentes y yo no tenía ninguna experiencia particular, na- da especial para ofrecerle, así que fue imposible que me atendiera. Recién en el año 2001, cuando volvió a Verona para montar una gran producción de
Aida, pude acercarme y se mostró interesado por mi trabajo. A partir de ese año comencé a ser su asistente”. -La ciudad de Verona, su arena y su historia se impuso al estudio de las leyes. Debe ser imposible permanecer fuera del mundo de la literatura y de la ópera si vivís en Verona, ¿no? -Claro. Es verdad que la ciudad tiene también un desarrollo industrial importante, en especial la industria vitivinícola y todo lo relacionado con su feria. Hay una enormidad de viñedos, casi todos dan vinos extraordinarios, pero el más especial es el de la zona de Valpolicella. -Y ya que estamos en este tema, ¿cuál es el vino más rico?
-Para mí, sin ninguna duda, el más rico es el Amarone. Pero bueno, toda la ciudad tiene un desarrollo cultural altísimo que se muestra mucho más durante primavera y verano. En el invierno cambia mucho el ritmo, se vuelve un poco triste, provinciana. -¿Por qué? -Porque faltan todos los eventos internacionales conocidos, que atraen al público de todo el mundo. Primavera y verano son la gran fiesta para Verona. -Hablás de la ciudad con un tono nostalgioso. ¿No vivís allí? -Vivo allá durante el verano porque trabajo en la Arena como director de escena residente. Pero el resto del año voy donde me lleve el trabajo. Pero Verona es hermosa. Toda Italia lo es. -Sos uno de los repositores más importantes que tiene hoy Zeffirelli. Debés coincidir en su criterio estético. ¿Pero no te parece que sus escenografías ya se ven un poco antiguas y, sobre todo, demasiado barrocas, sobrecargadas? -A mí me parece que su estilo es muy respetuoso de la tradición y que sus puestas son tradicionales. -¿Y eso era lo que te interesaba de él cuando comenzaste? -Sí, exactamente eso es lo que me interesó de su trabajo: minucioso y de gran calidad, además de ser muy respetuoso de la tradición. Solo I Pagliac
ci es un poco más moderna. Pero Zeffirelli es un clásico; algunos dicen que es un conservador, pero yo prefiero decir que es un clásico. -Y en este caso, ¿cuál es la diferencia entre ser conservador y clásico? -Porque lo que hace Zeffirelli es seguir el libreto. Y no se es conservador si lo que se intenta es seguir el texto, serle fiel, respetar sus tiempos y el estilo. Él es clásico, pero a un nivel estético máximo. -¿Máximo en qué sentido? -En la belleza, el estilo, en los materiales que utiliza. Es todo de una altísima calidad. La utilería y los trajes son todos de un nivel extraordinario. -En esta producción, ¿se trae todo ya hecho o se confió algo a los talleres del Colón? -Yasu caja. viene Es todo una armado,puesta que cada ya cosa tiene en diez pocas, años. pedimosSolo algunasa los talleres cosas, del muy teatro. Hay que decir que el elenco que se reunió aquí es único. Ermonela Jaho ya cantó en la Arena de Verona y si allí fue conmovedora, aquí, en este teatro va a ser lo máximo. Y su enamorado Alfredo, Saimir Pirgu, también es un gran cantante. -Además de ser albanés como ella. -Sí, bueno, en realidad, tengo que decir que a esta alturas los dos son más italianos que albaneses. Incluso, Saimir ya tiene su casa en Verona. Forman una pareja protagónica formidable. -¿Cómo plantea Zeffirelli, o tu reposición, esta “Traviata”? -Lo primero que hay que decir es que, como en el Met, en la puesta tradicional, Violetta ya aparece en el escenario durante el preludio y lo que sigue, lo que se narra es un flashback de lo que ella ve antes de morir. Es decir que toda la ópera es el recuerdo de Violetta. -Pero la idea de que Violetta ya aparezca en el preludio no está en el libreto, ¿no es cierto? -Claro, pero cuando hablo de seguir la tradición no me refiero a que uno no pueda tomarse una licencia poética. Una innovación verdadera sería cambiar, por ejemplo, la cronología, que la vida de Violetta suceda hoy. -Es muy difícil hacer la producciones en época sin caer en grandes gastos. Es probable que solo Zeffirelli con sus altos presupuestos pueda hacer ese tipo de producciones sin caer en la vulgaridad, ¿no? -¡Claro! Es que es eso lo que pienso cada vez que produzco algo con mis propios medios. Cuando no sos Zeffirelli y no tienes el nombre ni el poder que ese nombre suscita –que, entre otras cosas, significa una convocatoria de público asegurada, por ejemplo- es mejor hacer las cosas de otra manera. No es que no me interese seguir su camino, sino que creo que seguirlo sería muy frustrante para mí. Se me impone seguir otra ruta. -Ahora que estás lejos de Verona y que podés sincerarte, quiero preguntarte: ¿vale la pena ir a escuchar una ópera a la Arena de Verona o es un espectáculo social o deportivo más que musical? -Sinceramente creo que a quien le guste la ópera debe ir por lo menos una vez en su vida a ver lo que sucee en ese lugar porque es muy emocionante. Todas las producciones son magníficas, pensadas al máximo. Y lo que sucede ahí es de una emoción incomparable. Hay que pensar que entran 14.000 personas. Lo que se logra es muy impactante. Verona es la maravilla de las maravillas. -Supongo que hay títulos que no son aptos para esos espacios. No me cuesta imaginar a “Aida” o “Nabucco”, pero me resulta imposible imaginar títulos más camarísticos. -Es cierto que el espacio da para los grandes títulos, pero hemos hecho también una producción muy atractiva del Barbero de Sevilla. Y aunque te cueste imaginarlo también logramos hacer un magnífico Don Gio
vanni. Ahí Saimir cantó un Don Ottavio formidable.