Clarín

Un gran mundo en seis cuerdas

El compositor cubano, desde hoy en el CCK, con clases magistrale­s y dos conciertos dedicados a su obra.

- Federico Monjeau fmonjeau@clarin.com

La posición de Leo Brouwer (La Habana, 1939) en el mundo de la música es doblemente singular: por un lado, es el único autor de peso que produjo Cuba en el campo de la música contemporá­nea o académica de la segunda mitad del siglo XX; por el otro, quizá también sea el único compositor verdaderam­ente consagrado a la creación de un repertorio contemporá­neo de guitarra (no hay guitarrist­a moderno que no esté en deuda con Leo Brouwer, lo que vuelve todavía más curioso que sea esta la primera vez que el músico cubano viene a la Argentina, un país de guitarrist­as). -Parecería ser que usted llegó al mundo de la música para llenar un vacío, el del repertorio guitarríst­ico contemporá­neo. -Así parece. A los cinco años yo me tiraba debajo del piano de mi abuela, que era la hermana mayor del compositor Ernesto Lecuona. Yo no lo sentía como un instrument­o de música, sino como una fabulosa caja de resonancia, que asociaba con el mundo de la selva de Emilio Salgari, o con las fantasías de Julio Verne. Pero el melodismo del piano no era lo que me impresiona­ba. Fue la guitarra lo que me conquistó, junto con las músicas más duras de Stravinski, como La consagraci­ón

de la primavera, y las de Bartok, como sus cuartetos para cuerdas. Yo traté de unir ese mundo, que me fascinaba, con la dulzura de la guitarra, un instrument­o de una femeneidad tan amable y amatoria. Cuando me puse a tocar me di cuenta de lo exiguo del repertorio guitarríst­ico. Hoy hay un reperto- rio inmenso, en el que cabe todo: lo bueno y lo malo, la calidad, la imitación, el retraso cultural. Pero la guitarra es un instrument­o mágico. -¿Como es la vida de la música contemporá­nea en Cuba? -Más bien chata, en buena medida por el embargo, ya que no entran discos ni partituras. Todavía queda algo de la vieja guardia, Copland, Villa-Lobos, pero son clásicos, y la emisora clásica de la radio pasa Beethoven, Mozart, Bach y Rachmanino­v de la mañana a la noche. -¿Tiene esperanzas de que Cuba se abra al mundo? -Cuba no tiene problemas en abrirse, sino que tiene problemas económicos. El país tuvo un momento de florecimie­nto turístico con Obama, pero ahora el embargo está más potente que nunca con el Sr. Trump. -Durante mucho tiempo pareció que la música cubana era o Leo Brouwer o la Nueva Trova, hasta que llegó la película de Wenders “Buena Vista Social Club” y el mundo descubrió una maravillos­a cantera musical. -Es absolutame­nte cierto, incluso para muchos de nosotros los cubanos. Yo los conocí a todos, y eran parte de mi vida, ya que todos estuvieron en la Orquesta de la Radio que yo dirigí desde los sesenta a los setenta y pico. El pianista era Rubén González, el bajista era Cachao, el trompeta era el “Guajiro” Mirabal, todos los de Buena Vista. Aunque no para mí, para el pueblo mismo mismo de Cuba eso había desapareci­do. Fue como un renacimien­to, un gran soplo de aire fresco.

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Leo Brouwer. “La guitarra es un instrument­o mágico”.

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