Clarín

Festejó Messi Barcelona 3 - Juventus 0

Por la Champions, hizo dos goles y le ganó a Dybala.

- Waldemar Iglesias wiglesias@clarin.com

El grito de Lionel Messi no es uno más. Se parece a un desahogo. Como si dejara escapar una bronca en la ce

lebración. Es la última escena del primer tiempo del debut del Barcelona en el Grupo B de la Champions League 2017/2018, frente a la Juventus. Es el primer gol del crack rosarino. Hay varias historias detrás de esa consecuenc­ia.

La primera es reciente y obedece a una suerte de polémica nacida de una frase ajena. Justo antes del partido entre ambos, Paulo Dybala -Joya de la Vecchia Signora- dijo sin inhibicion­es: “Es difícil jugar con Messi en la Selección”. No sucede en cualquier momento: la Argentina está en zona de Repechaje en las Eliminator­ias para Rusia 2018 y se juega todo en el partido del 5 de octubre ante Perú. En el Camp Nou se vieron las caras.

Messi ofreció un concierto, con liderazgo, dos golazos, participac­ión activa en el anotado por Rakitic y un remate en el palo izquierdo de Gianluigi Buffon. El Barcelona ganó 3-0. Dybala tuvo una floja actuación. Participó poco. Pareció incómodo. No fue el socio del casi ausente Gonzalo Higuaín, recién visible a la salida del campo de juego cuando les hizo

fuck you a los hinchas locales. Juventus perdió por primera vez en un debut en la Champions League (desde que lleva ese nombre y el formato actual, nacido en 1992).

Tenía otro motivo para la explosión. En su quinto partido frente a Buffon -enorme arquero, leyenda en actividad- consiguió convertirl­e. Gigi había sido el verdugo de Messi y de los suyos en los cuartos de final de la Champions pasada. Esta vez, no pudo con la Pulga más famosa. El primer gol cambió el rumbo del

partido: tras un primer tiempo arduo, parejo, el 10 del Barça -luego de una combinació­n con Luis Suárez- definió de zurda en el único rincón donde cabía la pelota, junto al palo izquierdo. En el segundo, armó la jugada que derivó en el rebote y en la definición de Iván Rakitic. En el tercero, fue un típico gol de los suyos: enganchó de la derecha hacia el centro y remató, implacable, nuevamente de zurda.

Sirve el detalle para comprender la dimensión: con Buffon derrotado, ya son 124 los arqueros a los que Messi les convirtió goles. Su recorrido de

fábula tiene una lógica: es imparable. Devora récords, entierra mitos, corre el límite del asombro. Lo saben, claro, los otros dos rivales del grupo: Olympiacos y Sportlng de Lisboa (ayer ganó 3-2 en Grecia).

En la antesala de la final de la Champions de 2015, en Berlín, Buffon se refirió al más lúcido de los rivales, que luego se quedaría con el título que el arquero merece como casi nadie y siempre se le escapa: “Leo es un extraterre­stre que se permite jugar

con humanos”. Lo decía, incluso aunque hasta este estreno bajo el cielo catalán, Messi jamás le había convertido. De nuevo, el crack rosarino le dio crédito al ingenio del italiano.

Sin Neymar, luego de un mercado de pases traumático para el Barcelona, parecía que el equipo de Ernesto Valverde iba a tener un comienzo de campaña dificultos­o. Más allá del tropiezo en la Supercopa de España (ante ese Real Madrid demoledor), por ahora luce impecable. Nueve puntos de nueve posibles en la Liga y debut inmejorabl­e en la Champions. Para que se asusten y se vayan los fantas

mas de la pretempora­da. Para que comience a asomar Ousmane Dembélé, la apuesta de este año.

Hubo otro detalle relevante en la actuación de Messi. Su actitud gue

rrera. Estuvo intenso desde el comienzo. Ofreció indicacion­es y aplausos a sus compañeros, quejas al árbitro, tuvo una frecuente participac­ión sin la pelota en los pies. Fue el dueño de la escena. Incluso hasta el exceso: el árbitro esloveno Damir Skomina lo amonestó por reclamar amarillas para los rivales. Iban nueve minutos del segundo tiempo. La tarjeta no lo inhibió; él siguió con su plan, siempre enfocado, siempre listo.

Lo tituló el diario Mundo Deportivo, desde el lugar de los hechos: “Messi se enfada y liquida a la Juve”. Así jugó: enojado. Gazzetta dello Sport, desde Italia, brindó su parecer: “Mes

si fue devastador”. Así resultó: imposible de detener. El diario Sport lo explicó en tres palabras: “Un Messi imperial”. En definitiva, una ecuación tan sencilla como la explicó Valverde: “Cuando tiene la pelota, siempre sucede algo bueno para nosotros”.

Al cabo, Leo se quedó con todo. Con los goles. Con la victoria. Con el juego. Con las portadas. Con los elogios. Con los duelos personales. Con la ovación de un Camp Nou que ya no sabe cómo rendirle pleitesía.

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AP Contenido. Parecía estar el grito de Messi, que se rompió la garganta en sus dos goles. Llegó a 96 en Champions, siete menos que Ronaldo.
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AP Espectador. Dybala sólo mira a Leo cuando éste domina el balón.
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REUTERS Perla. Messi firma de zurda el 1-0, tras una pared con Suárez.

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