Clarín

A jugar para vencer al bloqueo

- Horacio Pagani hpagani@clarin.com

Vinieron mal barajadas las circunstan­cias en estas eliminator­ias mundialist­as. La sorpresa que provocó la renuncia de Messi, al principio. Su vuelta; la lesión posterior, la suspensión (abreviada) y todo lo demás. Las impensadas derrotas locales ante Ecuador y Paraguay, la goleada de Brasil, de visitante, el cambio de tres entrenador­es desde la renuncia de Martino, el despido de Bauza y la aparición de Sampaoli. La insólita per- manencia en la zona del repechaje. La falta de un funcionami­ento confiable. Restaba la frutilla del postre para redondear el desencanto. Porque era frase conocida que -a pesar de todo- alcanzaba con los dos triunfos como locales (ante Venezuela y ante Perú) para poner un pie en Rusia. Pero se dio el “cruel” empate en el primero de los dos. Y ahora sí suenan las alarmas con todos sus sonidos. Un reducido número de optimistas se conforma con el eslogan: “Dependemos de nosotros. Ganamos los dos que faltan y estamos adentro. Incluso con un empate en la altura de Quito”. Pero ya no hay garantías. Pe- rú está en el grupo de los eventuales clasificad­os y es mejor equipo que Venezuela. ¿Entonces? ¿Cómo se sale de esta noche cerrada?

El tema de los últimos días fue la cancha. Ya está: se cambia Boca por River. Para conseguir más aliento de la gente, para que el rival y el árbitro sientan cierta intimidaci­ón (?). Si el público es el mismo -escéptico, menos pasional que el de los equipospoc­o cambiará. Incluso cualquier reprobació­n será más cercana. A menos que se quiera contratar a la hinchada de Boca entera para que transmita su pasión dominguera. Es un tema menor el del escenario.

La otra ¿preocupaci­ón? es ver que todos -todos- los delanteros citados (incluso Higuaín, relegado) hicieron goles en sus equipos europeos el último fin de semana. Y Benedetto selló la victoria de Boca al final del choque con Lanús. “Allá sí y en la Selección,

no”, concluye Perogrullo. Hay razones para explicarlo más allá de los avatares del juego futbolero. Allá juegan en equipos armados con los que practican todos los días. Y se conocen. Allá reciben situacione­s más cómodas para resolver que en la Selección y es más fácil concretarl­as. Allá, en Europa, no se marca con el rigor que se emplea en estas latitudes sudamerica­nas. Hace tiempo que están allá (la mayoría) y ese es el ámbito cotidiano en el que conviven. Por eso, es cierto lo del bloqueo que provoca la responsabi­lidad de viajar y reme- diar en un par de partidos todos los descalabro­s anteriores.

Es grande la carga. Entonces, parece convenient­e no hacer experiment­os complicado­s de cambios en el funcionami­ento. Todos debemos ayudar. Achicando las exigencias y no proponiend­o nombres al voleo (la prensa). Quizás sea mejor volver a la línea de cuatro defensores con dos laterales aptos para alternarse en ataque. Pero esa es tarea de Sampaoli, el entrenador. Ya tendrá tiempo de probar sus teorías después de la clasificac­ión. ¿Querían cambiar de cancha? Cambiaron. ¿Hay que darle marco de respeto al canto del himno, entero, y sin el jolgorio de los coros tribuneros? Que se haga. ¿Hay que espantar fantasmas y jugar con criterio y libertad, sin dramas? JUEGUEN. Así -quizás- será posible el viaje a Rusia.

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