Lula denuncia “una caza de brujas” al declarar en un proceso por coimas
Lo dijo al comparecer por segunda vez ante el juez Moro en la causa por corrupción en la empresa Odebrecht.
“Lula siente que no está siendo juzgado con imparcialidad”, aseguró uno de sus abogados
El expresidente brasileño Lula da Silva denunció ayer una “caza de brujas” al prestar nuevamente declaración ante el juez Sergio Moro, en una causa de “corrupción pasiva” similar a la que ya le valió una condena -hoy en suspenso- a casi diez años de cárcel.Durante poco más de dos horas de interrogatorio, Lula, que recurrió- la primera sentencia, insistió en que este proceso es “ilegítimo” e “injusto” y acusó al magistrado de carecer de “imparcialidad” judicial.
“Sólo quiero decir que hay una caza de brujas”, manifestó el ex presidente y lider del Partido de los Trabajadores (PT) al negar los cargos presentados contra él dentro de la gigantesca causa Lava Jato. Lula se refirió también a las recientes declaraciones vertidas en su contra por su ex ministro de Economía, Antonio Palocci. “Vi a Palocci mentir aquí”, dijo.
Lula está acusado de recibir de Odebrecht un terreno para alojar la futura sede del Instituto Lula en Sao Paulo. Según la acusación, la empresa constructora también habría puesto a disposición de su familia un de- partamento en Sao Bernardo do Campo. Según Palocci, el ex presidente había hecho un “pacto de sangre” con Odebrecht que le permitía a la constructora seguir beneficiándose de contratos con el Estado. Miembro del gabinete de Lula entre 2003 y 2006, Palocci está preso por corrupción y ha llegado a un acuerdo de cooperación con la Justicia para obtener beneficios en su condena a cambio de las llamadas “delaciones premiadas”.
“Yo entendí que Palocci está preso hace más de un año, que tiene derecho a querer ser libre”, dijo Lula ayer sobre su ex ministro. “Si no quieres asumir la responsabilidad por hechos ilícitos que cometiste, no tires [acusaciones] encima de los otros”, dijo también.
“Lula siente que no está siendo juzgado con imparcialidad”, dijo su abogado, Cristiano Martins. La comparencia ante Moro fue la segunda de Lula tras su primer cara a cara en mayo. Como entonces, volvió a causar revuelo en Curitiba, con manifestaciones a favor y en contra por el hombre que presidió Brasil entre 2003 y 2010. El juez Moro se ha convertido en los últimos meses en su principal enemigo. Celebrado por muchos brasileños por sus investigaciones, las organizaciones de izquierda lo acusan de persecución política contra el ex mandatario. Dentro del caso Lava Jato, Lula enfrenta 5 juicios por corrupción, lavado de activos y obstrucción a la Justicia, entre otros cargos.
Como respuesta a los procesos, Lu- la ha anunciado que quiere presentarse por sexta vez a la presidencia en las elecciones de 2018. El ex líder obrero lidera actualmente las encuestas, con alrededor de un 30% de los apoyos y una mayoría aún más importante en las regiones pobres que más se beneficiaron de sus programas de redistribución de la riqueza. Su reciente gira de tres semanas por el nordeste, su mayor bastión, movilizó sobre todo al núcleo duro de sus electores. Pero es también uno de los que más rechazo provoca.
Entre tantas contrariedades judiciales, tuvo recientemente un consuelo, cuando la Fiscalía pidió absolverlo en la causa de obstrucción a la justicia por considerar que el delator que sustentó la denuncia había mentido. Un reconocimiento que, según sus abogados, ilustra lo ocurrido en todos los expedientes contra él.
Pese a esa buena noticia, no está claro que el ex mandatario pueda candidatearse, ya que ya en otro juicio del Lava Jato fue condenado por Moro en primera instancia a nueve años y medio de cárcel. Si sigue en libertad es porque presentó un recurso de apelación que aún debe resolverse. En caso de que la condena se confirme, Lula podría entrar en prisión en los próximos meses.
Bautizada Lava Jato por un servicio de lavado de autos donde en 2014 empezaron las investigaciones, la megacausa ha puesto en jaque a gran parte de la clase política brasileña. Comenzó con un pago de sobornos en torno a la petrolera estatal Petrobras y ha salpicado hasta al actual presidente, Michel Temer.
Con muchos de sus líderes históricos acusados o encarcelados, el PT aún trata de curarse las heridas provocadas por la destitución en 2016 de la presidenta Dilma Rousseff, sucesora y heredera de Lula, acusada por el Congreso de manipular las cuentas públicas. En las elecciones municipales de octubre, sufrió un revés histórico. Pese a sus llamados a movilizarse contra los programas de ajustes y privatizaciones de Temer, el partido de Lula no logra remontar.