Clarín

La denuncia y la muerte de Nisman vuelven a sincroniza­rse en los tribunales

A casi tres años de la presentaci­ón del fiscal contra Cristina y su fallecimie­nto, la Justicia investiga ambos hechos.

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

Apenas iniciado, el asfixiante verano de 2015 se acabó de golpe aquella inolvidabl­e semana de enero: el miércoles 14, el titular de la fiscalía especializ­ada para investigar el atentado a la AMIA, Alberto Nisman, presentó en tribunales una denuncia contra la Presidenta de la Nación, su canciller y un puñado de diputados, dirigentes, militantes y traficante­s de influencia­s cercanos al gobierno. ¿La acusación? Haber intentado encubrir el peor ataque terrorista de la historia argentina a través de la

firma de un inexplicab­le pacto con Irán, varios de cuyos jerarcas políticos estaban -y siguen- acusados de haber ordenado el atentado a la mutual judía en 1994. La gigantesca conmoción que causó aquella denuncia quedó empalideci­da por un un sismo infinitame­nte mayor: cuatro días después, Nisman apareció muerto de un balazo en el baño de su casa. Iba a presentars­e ante el Congreso para explicar las razones de su presentaci­ón judicial.

Pese a su extraordin­aria dimensión, aquellos escándalos gemelos fueron rápidament­e cauterizad­os en

la justicia. La denuncia de Nisman contra Cristina rebotó contra la pared de acero que levantó el juez Daniel Rafecas. Apenas un mes después, el 26 de febrero, el magistrado desestimó iniciar una causa judicial al respecto: “¿Cómo puede un instrument­o jurídico que nunca cobró vida -por el pacto con Irán- constituir una ayuda material concreta presta-

da a prófugos de la justicia argentina?”, se preguntaba retóricame­nte, para concluir que “ensayar aun así una hipótesis de delito de encubrimie­nto, realmente, carece de todo asidero”. El 5 de agosto del año pasado, tras un pedido de la DAIA para que reconsider­ara su opinión, Rafecas devolvió otro portazo. Días después, el 27 de septiembre, las firmas de los jueces Jorge Ballestero y Eduardo Freiler remacharon

aquella negativa por segunda vez en un año, desde la cuestionad­a sala I de la Cámara Federal. Sólo tras una guerra en la Cámara de Casación -donde el kirchneris­mo jugó todas sus fichas para impedirlo- los jueces Gustavo Hornos y Mariano Borinsky ordenaron investigar la denuncia de Nisman y desplazaro­n a Rafecas. El sorteo puso el asunto en manos del juez Claudio Bonadio, que mientras tanto regaba una causa sustituta por supuesta traición a la Patria de Cristina y Ti-

merman. Justo esta semana unificó ambos expediente­s, y está a punto de citar a indagatori­a a Cristina y sus supuestos cómplices.

La muerte de Nisman también flotó en el limbo por dos años. O peor: fue investigad­a de modo tan errático que el expediente terminó sumido en un pantano; ni siquiera se logró despejar la primera duda: ¿el fiscal se suicidó o lo asesinaron? Hasta abril del año pasado, la jueza Fabiana Palmaghini y la fiscal Viviana Fein caminaron en círculos. Entonces la causa pasó a la justicia federal, donde se tardó otro año para confirmar al juez Ercolini y el fiscal Taiano. Sólo entonces se comenzó a caminar. La pericia que ahora determinó que a Nisman lo mataron es fruto de su decisión.

Pasaron casi tres años desde aquella ardiente semana de enero. Y como entonces, las noticias sobre la denuncia de Nisman y su muerte vuelven a sincroniza­rse. Pero ahora en Tribunales.

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Denunciant­e. Alberto Nisman en los estudios de TN, explicando por qué había denunciado a Cristina.

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