La pesadilla de los insufribles “todo terreno”

Hace ya varios meses que esta ventanita mañanera no se ocupa de los insufribles: esa gente diseñada y entrenada para joderte la vida. No lo hizo porque algunos lectores dicen que no quieren leer “pálidas” en un diario. ¿Ven? Esa es otra categoría de insufribles: los tipos que te quieren cambiar la vida, que siempre están en desacuerdo con lo que hacés u opinás. “¿Para qué leés tanto? ¡Disfrutá más de las cosas!” O, también: “¿Cómo vas al cine a ver ese dramón? Para trágica ya está la vida”. O, también: “¿Vas al mar de vacaciones? Para mí no hay como la montaña”. O, si no: “¿Viajás de nuevo a tal ciudad? ¿Por qué no conocés algo nuevo?”, con su variante: “¿Viajás a tal ciudad? ¿La que conociste el año pasado no te gustó?” Ni hablar de quienes sugieren a nuestros colegas escribir el artículo que ya está publicado.

Para el insufrible no hay terreno desconocido: educación, inversiones, amores, comidas, sueños, música o deportes, siempre esgrimirá un opuesto a tu propuesta o entusiasmo. Son fulanos incansables, persistentes, implaca- bles, cualidades que merecen un mejor destino. Pero no hay peor tragedia que el descontento. El insufrible de turno, vacilante a la hora de tomar sus propias decisiones, cree que modificar las tuyas borra su pequeña torpeza mental cuando, por el contrario, la deja expuesta, desnuda y palmaria. No son mala gente, para nada. Son como esa piedrita en el zapato que te impide caminar porque ella sola no puede llegar a ningún lado. Son tenaces porque no pueden aceptar lo que proponen: cambiar de actitud. Pero ustedes no vean en esto una queja o un lamento: tienen que pensar de manera más positiva…