Clarín

El mal de ausencias no es exclusivo de la Argentina y por eso se piensa en cambios

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¿Qué tienen en común los suizos Roger Federer y Stan Wawrinka, el alemán Alexander Zverev, el croata Marin Cilic, el serbio Novak Djokovic, el australian­o John Peers, el brasileño Marcelo Melo, los franceses Nicolas Mahut y Pierre-Hugues Herbert y el holandés Jean-Julien Roger? Los diez fueron top ten en los respectivo­s rankings de single y dobles de la semana pasada y pudieron haber jugado el fin de semana en los choques decisivos de las semifinale­s y de los repechajes del grupo Mundial. Sin embargo, por diferentes razones, sólo cuatro de ellos lo hicieron (Peers, Melo, Mahut y Herbert, todos doblistas). Esto es un claro ejemplo de lo que más preocupa a la Federación Internacio­nal de Tenis (FIT) por estos días: la negativa de las grandes estrellas a jugar la Davis.

La FIT debe lidiar con la ATP, la poderosa entidad que dirige el circuito masculino y en la que los te- nistas tienen un poder cada vez más grande. El Comité de Davis de la FIT buscó tomar medidas para “aggiornarl­a” y hacerla más atractiva. Sin embargo, el trabajo en el que intervino Armando Cervone, presidente de la Asociación Argentina de Tenis y miembro de dicho Comité, fue en vano cuando la Asamblea de la FIT bochó una a una las propuestas más interesant­es -reducción de los partidos al mejor de tres sets, cuando ahora son a cinco, la más saliente en lo deportivo- y sólo aprobó la sede única y neutral para las finales de las Copas Davis y Fed.

El tema de los cambios quedó latente y mañana se reunirá el Comité de Copa Davis en Londres para plantear una nueva estrategia que revitalice la competenci­a sin que pierda la esencia. La idea ahora es modificar el formato y, por ejemplo, intentar que se juegue cada dos años, como quieren varios de los mejores jugadores.

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