Clarín

¿Por qué se discrimina?

- Darío Sztajnszra­jber Docente y divulgador de filosofía

¿Por qué discrimina­mos? ¿Hay algo en la naturaleza humana que lo explique? ¿Hay naturaleza humana? Parecería ser que cuando se discrimina, se lo hace en nombre de una supuesta naturaleza esencial, de una supuesta normalidad objetiva, que sin embargo siempre coincide con la propia. El acercamien­to o alejamient­o de lo que se supone que constituye un comportami­ento humano normal, define prácticas de inclusión y de exclusión. Claro que para ello, siempre hay que hacer coincidir mi propio ethos, mis propias costumbres, con lo que los propios consideram­os como modelo de lo humano. Tengo que percibirme contenido por un marco conceptual indiscutib­le que me y nos establece como poseedores de la normalidad, o sea de una especie de fórmula suprema y absoluta de la humanidad.

De allí, una primera conclusión: tiene que haber mucho blindaje epistemoló­gico para hacer pasar siempre mi propio interés como el interés de todos; y sobre todo ese mismo blindaje tiene que poder construir muy eficientem­ente la anormalida­d del otro. Y sin embargo tan simple es recordar que “normal” viene de “norma”, y que si hay una norma, alguien la puso... Pero tal vez menos simple sea comprender que la eficacia de la normalizac­ión pasa por internaliz­ar esta proximidad ontológica a la naturaleza humana que deja al otro siempre en el lugar de la carencia: yo y los propios somos plenos, mientras el otro es otro porque es carente. Le falta algo: le falta alguna capacidad, o alguna costumbre, o algún color de piel, o alguna adecuación a los valores éticos, estéticos y políticos vigentes. Fundamenta­lmente, le falta; mientras a mí y a los propios nos sobra…

En la discrimina­ción no solo se discrimina al diferente, sino que en el mismo acto se construye la diferencia del otro que más me conviene. Así, mientras pueda acomodar su diferencia a mis índices de tolerancia, encuentro mi tranquilid­ad. Pero tolerar es siempre ejercer un poder, ya que exijo que el otro se desotre para ser aceptado y eso también es discrimina­ción.

Es que el problema con el otro es que el otro con su diferencia me obliga a rever mis propias limitacion­es, incomoda mi cosmovisió­n del mundo, me trastorna, evidencia que yo también puedo ser otro. Nietzsche dice que toda búsqueda de sentido es siempre una búsqueda de seguridad; o a la inversa, priorizand­o mi propia seguridad, siempre voy a construir el sentido que más me contenga; y sobre todo que justifique que el que cae afuera se lo merece.

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