Casalánguida asumió el riesgo y quiere que Atenas vuelva a luchar
“Quiero que el país vuelva a sentir que en Córdoba hay un equipo con intenciones de ser protagonista”, dice.
El ADN ganador corre por la sangre de ambos. Detenerse ahí, sin embargo, sería apenas ver la punta del iceberg. Debajo, una vez que uno se pone el traje de buzo y se sumerge, encuentra que estos dos caminos se cruzaron porque tienen en común el de
seo de protagonismo, pero no a cualquier precio: a través del trabajo, de la planificación, de la seriedad. Así son los días que transita el renovado Atenas de Córdoba de la mano de Nicolás Casalánguida, un entrenador que pese a su juventud (38 años) es como uno de los más importantes de Argentina. En él confió el binomio Lábaque padre e hijo para devolver al
Griego, club más ganador en la historia de la Liga Nacional, a los primeros planos. Y sobre este desafío, que empieza mañana con el Súper 20 (ver aparte), habla con Clarín.
Analista por naturaleza, el DT tricampeón con Regatas Corrientes (Súper 8, Liga Nacional y Liga Sudamericana) evalúa la actualidad del club cordobés, ligada al pasado reciente: “Atenas viene de una inestabilidad deportiva que no se condice con su historia ni con sus deseos de ser siempre protagonista. Eso generó crisis, frustraciones y no se logró en los últimos años tener un patrón, un proyecto. Ahora hay una búsqueda de transformar esa realidad. Creo que podemos edificar una transformación. Analicé que era una situación riesgosa, por cómo le fue al club en los últimos años, pero me gusta asu
mir riesgos; los tiene por ser un desafío importante, pero tengo todo por ganar y nada por perder”.
Ante cada situación de la vida, las lecturas pueden ser muy disímiles. En el caso de Atenas, hay quienes piensan que lo que le espera a Casalánguida no reviste mayores dificultades, en el sentido de que cuesta pensar en que al club le vaya peor de lo que le fue en los últimos tiempos. El entrenador disiente completamente: “Cuando las organizaciones atraviesan momentos de estabilidad deportiva y dirigencial, cuando hay coherencia año tras año y si encima se logran buenos resultados, la tendencia es positiva. En esta circunstancia de Atenas, la transformación debe ser profunda, implica desgaste; no es sólo mirar el resultado sino la logística de trabajo, y no sólo deportivo, sino también la forma en que se gestiona el proyecto”.
En aquel sentido, desde que Bruno Lábaque se hizo cargo de muchas decisiones, las cosas en el club comenzaron a cambiar. Casalánguida enu- mera cuestiones que lo tienen como testigo privilegado y hasta protagonista, en algún caso: “Ya se vieron cambios rotundos. El nuevo departamento de prensa; la llegada de un asesor de preparadores físicos como Mario Di Santo, que es una eminencia; tener un nutricionista, dos preparadores físicos y dos asistentes... Esto evidencia que el proyecto quiere modernizarse. Además, me dieron la potestad de elegir con total libertad el plantel y el cuerpo técnico”
Sin embargo, para el entrenador es vital no caer en el apuro: “Se van a cometer errores. Atenas es un club que es sinónimo de logros y si se consigue estabilizar el proyecto, la búsqueda irá a mejorar los resultados. Una cosa trae a la otra, pero es importante ser coherente”.
Nicolás llegó a Atenas con pasos largos por Gimnasia de Comodoro Rivadavia y Regatas, pero uno muy breve (10 meses) en Obras. “Me fue bien; ni excelente, ni mal. Se quiso afianzar a los jóvenes de la cantera para ser competitivos y se estuvo entre los cuatro primeros gran parte del año, pero no se entró a playoffs. Eso no me cambia mi mirada”, asegura. Y explica: “La relación terminó de buena manera porque no estábamos conformes y cuando uno sigue en esas condiciones, es muy probable que surjan conflictos innecesarios”.
Ahora el barco es otro y los sueños se renuevan: “No me enfoco en pensar cuánto durará mi inclusión en el proyecto de Atenas, sino en colaborar para que la gente del país vuelva a sentir que en Córdoba hay un equipo con intenciones concretas de ser protagonista”.