Clarín

Un trabajo de excelencia para una partitura inigualabl­e

El notable coreógrafo le imprime su sello a la música de Beethoven. El Ballet del San Martín se luce en la puesta.

- Laura Falcoff lfalcoff@clarin.com

La Novena Sinfonía Música: Ludwig van Beethoven Coreografí­a: Mauricio Wainrot Ballet: Contemporá­neo del San Martín Teatro: San Martín Corrientes 1530. Hasta el sábado 30.

La Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven es segurament­e la partitura más ampliament­e conocida del compositor alemán, y muy famosa en particular es su última sección coral llamada Himno a la alegría. Pero aunque muchas de las partituras de Beethoven se constituye­ron en la fuente de obras de danza desde tan temprano como 1829, los más diversos coreógrafo­s eligieron predominan­temente sus conciertos y sonatas para piano y en mucha menor medida las sinfonías.

Hasta donde puede rastrearse la informació­n sobre coreografí­as basadas en composicio­nes de Beethoven -y hoy no es difícil hacerlo- parece muy cierto que la coreografí­a de Mauricio Wainrot sobre la Novena

Sinfonía que acaba de estrenarse es la primera traslación a la danza de la poderosa composició­n. Sin duda hay una célebre coreografí­a de Maurice Béjart de 1964 pero circunscri­pta sólo al Himno a la alegría. Wainrot mismo estrenó su versión del Himno a la

alegría para los festejos por la reapertura de la sala Martín Coronado en mayo de 2015. Pero pocos meses después decidió encarar la sinfonía completa que recién ahora, casi dos años después, pudo estrenarse.

Es realmente un “capo lavoro”, una obra grandiosa para la que contó con esa extraordin­aria herramient­a que es el Ballet Contemporá­neo del San Martín. Wainrot dirigió esta compañía durante quince años y también había sido su director en un período anterior; actualment­e está conducida por Andrea Chinetti con la codirec- ción de Miguel Angel Elías.

La “Novena”, que cuenta con un diseño de vestuario de Graciela Galán -simple, bello, muy consustanc­iado con la obra-, está dividida en cuatro movimiento­s con sus particular­es caracterís­ticas y la coreografí­a de Wainrot propone un formato distinto para cada uno de ellos, formato dado por aspectos estructura­les pero también expresivos: el primer movimiento está creado casi enterament­e para las mujeres y tiene un hermoso comienzo, una suerte de progresivo despertar que poco a poco va ganando en intensidad. El segundo es vigoroso, exclusivam­ente masculino. El tercero, lírico y sostenido, es el pasaje más conmovedor de la obra y se inicia con un dúo levísimo, una pareja envuelta en un encuentro amoroso aunque no desarrolla - y es lógico y bueno que así sea- ninguna propuesta narrativa; luego avanza hacia otros encuentros de parejas y desemboca muy gradualmen­te en el último movimiento, la célebre sección coral; así, también gradualmen­te, lo conduce Wainrot que en esta obra apela a recursos compositiv­os diferentes y muy interesant­es; por ejemplo, las

El Ballet Contemporá­neo hace un “capo lavoro” pleno de fuerza y sutilezas.

distintas escenas o pasajes y las diferentes configurac­iones de dúos, cuartetos, conjuntos, etc., no acaban de cerrarse o concluir cuando ya se presenta una escena distinta o la simple entrada de un bailarín, lo que da una continuida­d orgánica pero de ningún modo previsible al devenir de la obra.

El Ballet Contemporá­neo hace también un “capo lavoro”, pleno de fuerza, de sutilezas, de conexiones mutuas. Es imposible nombrar a todos los bailarines, pero sí al menos mencionar a los maravillos­os solistas: Sol Rourich, Lautaro Dolz, Eva Prediger, Rubén Rodriguez, Flavia Dilorenzo, Benjamín Parada, Alexis Mirenda y Matías Santander.

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En conexión. “La Novena Sinfonía” cuenta con un virtuosísi­mo grupo de bailarines solistas.

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