La Boca, de fiesta: música, arte y una grúa para ver el sur porteño desde el cielo
Ciudad Emergente. La movida celebra 10 años con la instalación de esa plataforma a 25 metros. Permite ver postales distintas de la Bombonera a Puerto Madero. Gratis.
Muchas veces, para entender la dimensión de las cosas hay que tomar cierta distancia, observar desde otro lugar. Así, retratando la escena desde un ángulo distinto, puede que lo cotidiano nos parezca nuevo y que una imagen habitual nos sorprenda. Algo de esto impulsa la propuesta que
el Festival Ciudad Emergente trae como novedad en esta edición aniversario, la décima: una grúa a 25 me
tros de altura para ver el sur de la Ciudad y llevarse una postal de La Boca distinta. “Tenemos las oficinas en el lugar y vemos esas imágenes todos los días. Entonces, la idea vino un poco por ahí, de querer que la gente descubra lo que vemos a diario y es muy distinto a la foto habitual”, cuenta Vi- viana Cantoni, subsecretaria de Gestión Cultural porteña. La plataforma circular está sobre Benito Pérez Galdós, en un costado de la Usina del Arte (Caffarena 1), sede del festival. Asegurados con arneses, de a 25
por turno, quienes se animen tendrán acceso a una vista recortada de
la Bombonera, el puente Transbordador Nicolás Avellaneda, los edificios de Puerto Madero y, un poco
más allá, parte de la forestación de la
Reserva Ecológica. Cuando cae la tarde y las luces empiezan a encender las calles, la imagen es todavía más fotográfica.
La actividad arrancó ayer en el primer día del evento, con un show a cargo del grupo Prix D´ami, otros artistas y vecinos de La Boca. Para celebrar la década del Emergente, 15 acróbatas danzaron dentro de una
piñata gigante multicolor, que se fue rompiendo durante la presentación y dejó caer obsequios entre el público. En el resto de las fechas -la movida se extiende hasta el domingo-, la grúa oficiará de “selfie point”, en una actividad que no excede los cinco minutos y que está disponible para ma
yores de diez años. Otra restricción, por supuesto, es temerle a las alturas. Por lo demás, unas seis mil personas podrán acceder a la experiencia.
Durante sus ediciones anteriores, Ciudad Emergente fue creciendo, paralelamente, en agenda, público y me- tros cuadrados. Actualmente, además de la Usina que oficia de faro, las instalaciones ocupan unas diez cua
dras a la redonda e incluso llegaron hasta un espacio ganado al río, en el tramo de Pedro de Mendoza entre Blanes y 20 de Septiembre.
Los recitales, uno de los mayores convocantes de la fiesta que en 2016 atrajo a 400 mil personas hasta el sur porteño, este año se suben a un nuevo escenario. Está montado sobre la
flamante Plaza de la Usina, un espacio verde de estreno que antes ocupaba el obrador del edificio.
Como todo el resto de las actividades, este tour en lo alto es gratuito y se desarrolla de a turnos, por orden de
llegada. De la misma forma se articula el acceso a todo el resto de los shows, muestras y espacios del festival que pasó de ser la cuna de las bandas de rock alternativas a plataforma multicultural, donde todas las expresiones tienen lugar.
“Originalmente se pensó como un espacio para los jóvenes, donde mandaba el rock. Pero lo cierto es que actualmente ese público es consumidor de muchas culturas distintas. El chico que toca en una banda está de novio con una chica que es muralista, y a la vez tienen un amigo que es fanático de la tecnología. Entonces, no podemos dejar ninguna disciplina afuera”, argumenta Cantoni.
Por eso, la gastronomía también es parte de esta ecléctica confluencia, con un rincón de sabores donde mandan las nuevas estrellas de la comida al paso: los foodtrucks.