Clarín

El juicio por el crimen de Candela terminó con dos perpetuas y muchas incógnitas

Los jueces condenaron a dos de los autores materiales y le dieron 4 años a un partícipe secundario. Pero no se aclaró la complicida­d policial y política ni el papel del narcotráfi­co.

- Virginia Messi vmessi@clarin.com

Carola Labrador había hecho esfuerzos por contenerse, restregánd­ose las manos, sacándose y poniéndose los anteojos, mordiéndos­e los labios. Pero cuando a las 12.26 de ayer escuchó de boca de la secretaria del Tribunal Oral N° 3 de Morón la frase “condenar a Hugo Bermúdez (60) a la pena de prisión perpetua” por el crimen de su hija Candela Sol Rodríguez (11), la mujer estalló: miró hacia el cielo, extendió sus brazos con los puños cerrados y exhaló un “vamooooos”. Habían pasado más de seis años del crimen de su única hija mujer. “Ahora puedo dormir tranquila”, dijo ante las cámaras de televisión que la rodeaban como en aquel trágico agosto de 2011.

A la primera condena le siguieron unos aplausos, que fueron acallados por el juez Diego Bonanno, y la lectura del resto del veredicto: una pena idéntica para Leonardo Jara (40), y una menor- de cuatro años- para Gabriel Fabián Gómez (46) como partícipe secundario.

“Mentiroso, hijo de puta, no puede ser, decí la verdad”, gritó una de las dos hijas de Gómez que, junto a los hijos de Jara y a un amigo de Bermúdez, ocupaban el lado izquierdo de la sala. Nadie supo a quién se dirigía. La joven recién se tranquiliz­ó cuando le explicaron que su padre, que llegó al juicio en libertad, seguiría en esa con

dición, solo con algunas restriccio­nes como presentars­e al tribunal periódicam­ente y dormir siempre en su domicilio.

A metros de Carola Labrador estaba sentado su esposo y padre de la nena, Alfredo “Juancho” Rodríguez. Imposible calcular su reacción debajo de los lentes negros que no se sacó nunca, ni para chatear frenéticam­ente por teléfono. Según el Tribunal, el homicidio de Candela tuvo como móvil una venganza contra su padre

que, al momento de lo ocurrido, estaba preso por “pirata del asfalto”.

En relación al móvil, ni en la causa ni en la sentencia se encontrará una explicació­n clara. Pero según fuentes judiciales lo más aproximado lo contó uno de los abogados defensores durante su alegato: la venganza contra “Juancho” se habría debido al robo de 50 kilos de cocaína a un narco, droga que fue revendida a otro traficante.

En esa historia Miguel Angel “Mameluco” Villalba -preso por narco y procesado por falso testimonio en esta causa- y Héctor “El Topo” Moreyra (informante policial y ex detenido en el caso) serían personajes centrales.

A partir de este veredicto, en el marco del expediente bautizado como “Candela 2” es casi seguro que el fiscal Mario Ferra|rio llame a indagatori­a tanto a Moreyra como al carpintero Ramón Altamirano y a Gladys Cabrera. Estos dos últimos están relacionad­os con la casa de la calle Kiernan en donde se encontró ADN de la nena. Un dato curioso es que tanto para el fiscal como para los jueces Candela estuvo retenida allí, pero su madre, como particular damnificad­a, sostiene que ese ADN fue “plantado” y que Candela estuvo cautiva en Costa Esperanza, San Martin.

“Acá falta mucho. Esto lo encubriero­n desde el gobernador Daniel Scioli hasta la Policía”, le dijo a Clarín “Juancho”, que impulsa con Carola una demanda civil contra el Estado bonaerense por cerca de 10 millones de pesos ( Carola...).

Durante los siete meses que duró el juicio oral -en el que se escucharon unos 300 testigos- los jueces Bonanno (presidente del TOC), Mariela Moralejo Rivera y Raquel Renée Lafourcade se enfrentaro­n a una causa minada de irregulari­dades, armado de pruebas, testigos falsos y policías cómplices. Por eso la sentencia dictada ayer dejó en el aire un “gusto a

poco” y una extraña sensación de que, aunque muchas cosas quedaron escritas en la sentencia (que no se leyó completa al público), otras nunca pasarán de certezas incomproba­bles.

Los jueces sí dieron por probado que Candela fue secuestrad­a a metros de su casa de Hurlingham el 22 de agosto de 2011 y asesinada por Bermúdez a los siete días, entre las 20.30 del 29 de agosto y las 8.30 del 30 de agosto. Y también coincidier­on con el fiscal en que la nena de 11 años murió asfixiada mientras era violada.

Sin embargo la calificaci­ón usada para Jara y Bermúdez fue “privación ilegal de la libertad coactiva seguida de muerte”. Los camaristas explicaron que no se pudo hacer uso de la figura de abuso sexual porque los acusados fueron indagados por esto.

El juicio estuvo a punto de naufragar por los errores de la investigac­ión. Estos incluyeron desde el robo -por parte de la Policía- de un rastreador satelital en la casa de Bermúdez, hasta la comprobaci­ón de que la familia Rodríguez y la Policía hicieron negociacio­nes paralelas por la vida de

Candela. El episodio más escandalos­o fue el pago de una recompensa de 100.000 pesos por parte de un alto jefe policial a un prófugo de la Justicia -amigo de Jara- quien, como no podía aparecer con su nombre declarando, obligó a su hermana a firmar el acta.

“La muerte de la niña aconteció en el marco de un acuerdo de voluntades de una organizaci­ón criminal que no se agota en lo resuelto respecto de los aquí imputados. Y es hora de tomar el guante, entonces, de aquello que denunciara en su alegato el fiscal”, dijeron los jueces en la sentencia. ¿A qué se refieren? A que lo más importante está por ser investigad­o. Un ex comisario general de la Bonaerense, un informante narco, un líder narco y buena parte de la familia paterna de la víctima tienen las piezas para saber qué le pasó a Candela.

 ??  ?? Alivio. Carola Labrador, la mamá de Candela Rodríguez, ayer al escuchar la prime era perpetua de la jornada. “Puedo dormir tranquila”, dijo.
Alivio. Carola Labrador, la mamá de Candela Rodríguez, ayer al escuchar la prime era perpetua de la jornada. “Puedo dormir tranquila”, dijo.
 ??  ?? Víctima. Candela Sol Rodríguez tenía 11 años. La secuestrar­on a fines de agosto d de 2011 y la asesinaron siete días después.
Víctima. Candela Sol Rodríguez tenía 11 años. La secuestrar­on a fines de agosto d de 2011 y la asesinaron siete días después.

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