Los secretos de los atletas keniatas para dominar el atletismo de fondo
Combinan resistencia, alimentación y una infancia en la altitud con competitividad y profesionalismo.
Ya es una costumbre de cada fin de semana en los maratones y en los medio maratones que se realizan por el mundo. Siempre los atletas keniatas copan la punta. Así se vio en los 21K de Buenos Aires y así se podrá ver en el resto de las carreras internacionales, incluso el domingo en el Maratón de Berlín, donde irán por el récord mundial. El atletismo de fondo de Kenia es imparable.
Si se toman en cuenta solamente los Mundiales de atletismo, que se realizan desde 1983, los keniatas acu-
mulan 55 medallas de oro, 48 de plata y 37 de bronce, una cifra sólo superada por Estados Unidos, que abarca casi todas las especialidades de pista y campo, mientras que los keniatas arrasan en mediofondo y fondo.
“Los fondistas africanos reúnen dos características casi imposibles para el resto de los humanos: resis
tencia al esfuerzo y a la velocidad. El ritmo que llevan sus maratonistas (21 kilómetros por hora) equivale casi a ir a máxima velocidad para una persona normal. Si le agregamos el bajo peso de estos fondistas –sobre todo en sus piernas, lo que más afecta al corredor-, su ventaja sobre el resto crece”, escribió Alejandro Lucía, investigador de la Universidad Europea de Madrid, en el diario El País.
El talento de los corredores keniatas surgió con fuerza hace medio siglo. Pero se convirtió en una revolución imparable a partir de la década del 90, cuando a las condiciones natu-
rales de los corredores y a una afición masiva por el atletismo se unieron otros factores: trabajos científicos de los entrenadores, la tentación del profesionalismo y la convocatoria de fondistas keniatas desde las principales universidades de Estados Unidos y de Japón.
El primer keniata en obtener una medalla olímpica, casi en simultáneo con la independencia del país, fue el mediofondista Wilson Kiprugut, bronce en los 800 metros de Tokio 1964. Cuatro años más tarde, en la altitud de México, Kenia se llevaba tres oros olímpicos: Neftali Temu en los 10 mil metros, Amos Biwott en los 3.000 con obstáculos y Kipchoge Ke
ino en los 1.500 metros, en un histórico duelo con el favorito estadounidense Jim Ryun. Y cuatro años más tarde, en Munich 1972, volvió a ganar, pero ahora en la prueba de obstáculos, mientras sumaba una medalla de plata en 1.500. Esa lista de estrellas continuó con
Henri Rono y su cosecha de récords mundiales en 1978, Paul Tergat (quíntuple campeón mundial de cross country y recordman mundial de maratón en 2003) y Sammy Wanjiru, el primero que le dio a Kenia un oro olímpico en maratón, cuando apenas tenía 21 años. Y nombres actuales como Eliud Kipchoge –el que estuvo a punto de bajar las 2 horas en maratón en un intento especial en Monza, en mayo pasado- o la formidable Jo
celyne Jepkosgei, quien este año se apoderó de casi todos los récords femeninos en ruta, desde los 10 kilómetros hasta el medio maratón, que corrió en 1h04m52.
Las cuestiones físicas sólo significan uno de los aspectos del fenómeno. Especialistas en entrenamiento atlético o corredores de alto nivel que decidieron ir a prepararse allí cuentan otros: la carrera constante en la altitud, la práctica del atletismo desde la infancia, la tremenda competitividad, la posibilidad de hacer de la carrera un medio de vida, la tradición y la alimentación.
Leonardo Malgor, quien conduce junto a Daniel Díaz a los principales fondistas argentinos, experimentó entrenamientos allí con su discípula María de los Ángeles Peralta, quien preparaba su participación olímpica. Lo hicieron en la villa de Eldoret, ubicada en la meseta del Gran Valle del Rift, a 2.100 metros de altitud y a cinco horas de la capital, Nairobi.
Aunque los keniatas venían desbordando a todos sus rivales en carreras de fondo, recién en la última década ejercieron un dominio imperial en maratón. Siete de sus corredores están entre los diez mejores del historial, con el récord en poder de Dennis Kimetto (2h02m57 en Berlín 2014) y con el sueño de ser los primeros en bajar las 2 horas. Eliud Kipchoge, el campeón olímpico en Río, es su hombre del momento.
Hay especialidades donde casi no tienen rivales, como las pruebas de cross country o los 3.000 metros con obstáculos. Desde los Juegos Olímpicos de México, hace casi medio siglo, solamente dos veces esta carrera no fue ganada por los keniatas: en 1976 y 1980). ¿La razón? Kenia no participó en estos Juegos como parte de los boicots. En total, acumulan 29 medallas de oro, 33 de plata y 23 de bronce en los Juegos, cifra que seguirá creciendo en los próximos ciclos. Son, sin dudas, la NBA del atletismo de fondo. w