“Ya es tiempo de abrir los corazones a uno y otro lado de la grieta”
Considerando el papel casi irrelevante, en comparación al cargo que ha ocupado y que es el más alto al que puede acceder un ciudadano, que la sociedad le otorgará a Cristina Kirchner en las próximas elecciones legislativas, y teniendo en cuenta también que su futuro político está virtualmente agotado, sería un buen momento para empezar a cerrar la grieta que la tuvo y todavía la tiene a ella como su impulsora.
Ahora que su gravitación en la escena política ha comenzado a menguar y va camino a la extinción, es momento de desandar ese camino tan tortuoso como improductivo en el que nos ha colocado durante el tiempo que ha tenido el poder en sus manos. Con ella en el primer plano de la agenda pública fue y sigue siendo muy difícil buscar la reconciliación entre sectores con posiciones irreductibles, antagonismo espoleado por ambos ex mandatarios con el único fin de crear artificialmente una división de clases entre los argentinos y, como consecuencia de ese enfrentamiento, reinar ellos en la política argentina. Ahora que ella es una expresión casi marginal de la política, la tarea se vuelve mucho más simple. Hay que tender la mano hacia quienes, perteneciendo al campo popular, han caído en la trampa de dichos dirigentes quienes, envalentonando con esa prédica mal intencionada de apostar a la división de la sociedad, nos hiciera distanciar hasta de nuestros propios familiares. Claro que la culpa estuvo compartida entre quienes se dejaron llevar por esa campaña, pero también del lado opuesto, quienes no quisimos o no supimos darnos cuenta de lo estéril que fue enfrentarnos entre iguales.
Con todo, hay que olvidar agravios de unos hacia los otros. Hay que saber entender a quienes creyeron de buena fe en dirigentes que dijeron venir a poner fin a sus penurias. ¿Cómo no comprender que sólo buscaron un desahogo a sus padecimientos? Y a otros que, en condiciones socioeconómicas menos apremiantes, también de buena fe creyeron en sus políticas. Claro que con intenciones muy distintas al de otros que “adhirieron” al “modelo”, pero sólo en la búsqueda de un beneficio monetario. Demos punto final al accionar de quienes desean sacar provecho sobre nuestra división. Aprendamos a convivir en la diversidad y aceptemos que quienes piensan distinto a nosotros no son ni pueden ser jamás nuestros enemigos. Que nuestras ideas, aunque puedan ser diametralmente opuestas a las de quienes tenemos enfrente, aún así y de ambos lados, existe una noble y leal manera de entender las cosas.
Es necesario abrir el corazón desde ambos lados de esa grieta. Volvamos a confraternizar con todos sin esperar a que la iniciativa se dé desde el otro lado. Apostemos, todos juntos, a una verdadera unión nacional.