Clarín

Choque de planetas en la Justicia: viejos vicios para nuevos tiempos

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

El cansino andar de noria con que la justicia federal argentina viene caminando en círculos para juzgar los copiosos y millonario­s hechos de corrupción de las últimas décadas, prohijó un exuberante catálogo de

chicanas, recursos, apelacione­s, quejas, pericias, recusacion­es, citacio

nes y nulidades que a su vez podían recurrirse casi hasta el infinito. Así, los expediente­s iban engordando hasta vencer con su peso la resistenci­a de muebles y hasta edificios completos, como ocurrió en la sede de la justicia previsiona­l de la calle Marcelo T. de Alvear. Por supuesto: sin que la justicia llegue casi nunca para nadie. Cada cual hacía lo suyo: muchos fiscales demoraban sus acusacione­s, o cuando las formulaban eran circunscri­ptas a unos cuántos hechos inconexos; los abogados defensores objetaban cualquier medida de prueba las veces que hiciera falta, y los jueces -no todos, por supuesto- aceptaban esos pedidos. ¿El resultado? Cau

sas que crecían como hidras, casi imposibles de comprender hasta para

sus propios protagonis­tas.

Pero como ocurre en la Argentina de tanto en vez, el crédito de paciencia social se acabó de un golpe, y el sismógrafo de todos los encuestado­res registra una demanda urgente de condenas, cárcel y devolución de lo

robado para todos los corruptos. ¿Cómo hacer girar aquel trasatlánt­ico en tan poco tiempo para reorientar­lo a los nuevos tiempos? Medio gobierno y unos cuantos magistrado­s con sede en el Palacio de Tribunales y Comodoro Py buscan la respuesta

día y noche. Y mientras intentan acelerar alguna reforma estructura­l -o alguna reforma, a secas- para mejorar la calidad del servicio de justicia, entre las curitas que lograron sacar del botiquín hallaron una que ya se

empezó a poner en práctica: rechazar las habituales chicanas procesa

les. La Corte viene mostrando el camino desde hace unas semanas. En cada uno de los últimos acuerdos, rebotó cuatro o cinco pedidos que habián llegado hasta sus jueces. Antes que ellos, la sala IV de la Cámara de Casación vino sacando a repetición resolucion­es cortitas y al pie. Las últimas, por ejemplo, fueron reiterados pedidos del asistente informátic­o de Alberto Nisman, Diego Lagomarsin­o, para evitar o suspender la pericia de la Gendarmerí­a concluida esta semana. Varios de esos recursos fueron rechazados el mismo día en que eran presentado­s. Los abogados de Julio De Vido, en cambio, no entendiero­n tantos cambios vertiginos­os.

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