Clarín

La propina de Aníbal y el vino de la diputada

- Por los pasillos Pablo de León pdeleon@clarin.com

Generoso Fernández

Barcelona es la ciudad capital de la comunidad autónoma de Cataluña, siempre pletórica de turistas y aún conmociona­da por los atentados del último 17 de agosto por parte de una célula terrorista. A pesar de esos hechos de terror, Barcelona sigue siendo la maravillos­a ciudad cosmopolit­a y sus visitantes siempre deparan alguna sorpresa. Como la visita de un ex ministro argentino a quien se vio caminando por las ramblas -con sus gafas inconfundi­bles- y hospedado en un hotel de Passeig de Gràcia. Aníbal Domingo Fernández, el ex jefe de Gabinete, tuvo unos días de solaz esparcimie­nto en Barca y no pasó desapercib­ido, como de costumbre. Al registrars­e en el Sixtytwo Hotel, le llevaron su equipaje a la habitación y el ex funcionari­o kirchneris­ta dejó ¡50 euros! de propina. El gesto del peronista quilmeño hizo revivir a todos, por un momento, los tiempos y las pompas del Principado de Cataluña. Del Conurbano al infinito y más allá...

Salud

Por el contrario, una dirigente de Cambiemos mostró un lado menos generoso que el del suelto Aníbal. Susana Balbo es una reconocida bodeguera mendocina quien hoy es diputada nacional, gracias a la gestión de la dirigencia del PRO. En los tiempos donde los seguidores de Mauricio Macri buscaban territorio por territorio dónde armarse políticame­nte, a alguien se le ocurrió la idea: “¿Y si vamos a buscarla a Susana Balbo? Es cercana a nuestras ideas y muy reconocida en Mendoza”, dijo un dirigente delante de Emilio Monzó y Sebastián García De Luca, hoy presidente de la Cámara de Diputados nacional y viceminist­ro del Interior, respectiva­mente. Balbo se sumó al proyecto de Cambiemos, se consagró diputada y varios dirigentes fieles a Macri fueron a saludarla por el logro. García De Luca, un fanático de los vinos que sueña con tener algún día su vinoteca propia en La Plata, le dijo: “Susana, me gustaría llevarme uno de los vinos que hacés”. Pero la bodeguera no dio lugar a los malos entendidos y lo frenó antes de que terminara la frase: “No puedo regalarte un vino, la política de la empresa me lo impide. Puedo hacerte un descuento”, dijo ima- ginando que la iban a manguear. El segundo de Rogelio Frigerio se quedó de una pieza por la respuesta y pagó sin problema por un regio malbec. Pero la dureza de Balbo parece no admitir excepcione­s: cuando Juliana Awada la visitó, la primera dama también quiso degustar unos de sus vinos y se lo pudo llevar, tras abonarlo con el descuento que la empresa Balbo hace como atención a alguno de sus clientes. Este es el baile del Cocodrilo, tienes que bailarlo bien despacito…

Pasito a pasito

En la Ciudad de Buenos Aires parecen tener todo controlado. Es que el jefe de Gobierno es un obsesivo gestor al que no se le escapa ningún detalle, hasta el número total de los pasos que da. Por eso ahora llegó a manos de Horacio Rodríguez Larreta un celoso relevamien­to de sus actividade­s de gestión donde tiene cronometra­do todo lo que hizo desde que se transformó en alcalde. A saber: tres reuniones por semana con vecinos, lo que le da un total de 322 reuniones realizadas, citas a las que asisten alrededor de 300 personas por reunión. Las sesiones de preguntas y respuestas en vivo en Facebook -algo que fascina a “Horacio”- se efectúan una vez por mes y ya van 19: la que tuvo más “Likes” fue sobre el traspaso de la Policía Federal a la Ciudad. Después, el jefe de Gobierno tiene contabiliz­adas las tostadas y las medialunas: lleva efectuados 48 desayunos con vecinos:

ojo con las harinas… Además, a la hora de relevar los afamados Timbreos, los funcionari­os de la Ciudad contabiliz­aron 13 desde diciembre de 2015. Apurando el paso, Larreta ya lleva 7 convocator­ias con vecinos para salir a correr juntos; a los más sedentario­s, les ofrecen un “Café con Horacio”, que se hacen una vez por semana y para los que se selecciona­n entre 6 y 8 porteños por ocasión. Para los que se sumaron a la moda de los relojes “cuenta pasos”, el alcalde marcó, entre el 4 y el 9 de septiembre, un récord de tiempo en calle: 545 minutos con 11.240 pasos en total. Despacito, pasito a pasito, suave suavecito...

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Fernández. Viajero generoso.
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Balbo. Dura de regalar.

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