Clarín

Por primera vez en su historia, los de Sur del Gran Buenos Aires llegan a semifinale­s de la Libertador­es.

Lanús también tuvo su noche copera mágica porque golpeó rápido y no falló en los penales

- Javier Quintela jquintela@clarin.com

Lanús, en la misma noche mágica de River -su rival en las semifinale­s de esta Libertador­es-, también construyó un episodio épico para su vida de 102 años. Este triunfo se ganó un pedazo de historia: es la primera vez que el equipo del Sur llega tan lejos en la máxima competició­n continenta­l. Lo consiguió con armas propias de su rival, San Lorenzo. Abrazado a un milagro y por penales. En la cancha, emparejó el 0-2 de la ida, gracias a un comienzo estupendo. En los penales, encontró en Esteban Andrada a su perfecto superhéroe.

Los roles se invirtiero­n de una semana a otra. Porque Lanús, en poco más de 15 minutos, hizo mas (muchísimo más) que en los 90 del Nuevo Gasómetro. Y porque del otro lado San Lorenzo fue una sombra de aquel equipo que borró de la cancha a los de Jorge Almirón. Se dio el partido que se esperaba en la previa: obligado por el 2-0 de la ida, el local salió a comerse vivo a su rival. Y vaya si lo logró. Con Román Martínez como eje, Lanús le ganó el mediocampo a los de Boedo, y a partir de allí dominó ca- da rincón de la Fortaleza. Fue un efecto dominó: el buen manejo de pelota del 10 granate pareció contagiar a sus compañeros. Entre todos, al cabo, le robaron el balón a San Lorenzo, que quedó resignado al pelotazo sin sentido para al menos respirar un poco ante tal dominio.

Se dijo: en una fracción del partido Lanús hizo más que en toda la ida. Es que en 16 minutos, el local igualó una serie que era cuesta arriba. Primero, con un tanto del inoxidable Sand, y luego con un cabezazo de Pasquini, tras un córner jugado rápidament­e por Silva. En un suspiro, el granate había hecho lo más difícil, poner el marcador de la serie en 2-2. E inclusive pudo haber convertido un gol más, pero el travesaño le negó otro grito a Sand.

Lanús hizo todo el desgaste en el inicio en una cancha pesada por la lluvia. Y toda esa exigencia le pasó factura sobre el final del primer tiempo. Fue allí cuando San Lorenzo pudo al menos respirar y se acercó al arco de Andrada. Eso sí, la suerte no lo acompañó: sobre el final del primer tiempo, el zurdazo de Belluschi se estrelló en el ángulo y lo privó de un gol que, de todas maneras, hubiera sido injusto. Antes, también, el local pudo recortar distancias, pero en este caso el que se equivocó fue el árbitro, quien no sancionó un claro penal de Andrada sobre Cerutti.

En el complement­o las formas se desdibujar­on. Es que Lanús dejó de ser el dominador de las acciones y le costó tener fluidez en sus ataques. Y, del otro lado, San Lorenzo por fin asumió el rol protagónic­o que el partido pedía, pero sin profundida­d en sus avances. El encuentro, entonces, pasó a disputarse en la mitad de la cancha, y fue el visitante quien se paró mejor, ayudado por un Mercier que en el primer tiempo habia perdido casi siempre.

Precisamen­te el volante central fue protagonis­ta de otra de las polémicas de la noche. Es que en una de sus contras, derribó a Silva cuando el delantero se iba en soledad. Fue amarilla, pero nadie podía decir nada si el árbitro lo expulsaba.

Ninguno parecía conformars­e con la lotería de los penales. Y el partido se volvió más disputado que jugado. Ninguno de los dos se hizo dueño de las acciones, aunque los dos llegaron con peligro al arco de enfrente. Lanús con el zurdazo de Maciel y San Lorenzo, con el de Botta.

Ya no quedaba tiempo para más. Apenas para lo que obligaba la igualdad en la serie. Esos penales. Los que consagraro­n a Andrada como la cara feliz de este Lanús de Almirón que sigue haciendo historia. Que se anima a más. A todo. Y mientras tanto, festeja a lo grande...

 ?? GUILLERMO RODRIGUEZ ADAMI ?? Rendirse jamás. El desahogo de Lanús y todos los abrazos para el héroe, para Andrada. Parecía casi eliminado el equipo de Almirón, pero tuvo reacción.
GUILLERMO RODRIGUEZ ADAMI Rendirse jamás. El desahogo de Lanús y todos los abrazos para el héroe, para Andrada. Parecía casi eliminado el equipo de Almirón, pero tuvo reacción.

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