Un semanario irreverente que sufrió el peor ataque
El 7 de enero de 2015 –durante la presidencia de François Hollande-, un atentado terrorista a la revista Charlie Hebdo, en París, conmocionó al mundo entero: tres hombres armados y encapuchados habían irrumpido en la redacción del semanario, donde dispararon a mansalva con fusiles kalashnikov.
Fue después de que la revista publicara una tapa satirizando al profeta Mahoma, que resultó ofensiva para el Islam. El saldo de la masacre: doce muertos -entre los que estaba el director y principal caricaturista y otros tres dibujantes-. Además, hubo once heridos. Por entonces, y bajo el lema “Todos somos Charlie” más de 200 mil personas se movilizaron en Francia y en otros países en contra del terrorismo y en defensa de la libertad. Buenos Aires fue una de las ciudades que se sumó al repudio del atentado.
Luego se sabría que habían sido los hermanos Cherif y Said Kouachi –muertos en un enfrentamiento con la policía- quienes, al grito de “Allah es Grande”, habían atacado a tiros la redacción de la revista: la rama yemení de Al Quaeda se adjudicó el ataque contra el semanario “como venganza por el honor” de Mahoma, y el mundo asistió a un debate que se extendió a los medios de comunicación y las redes, sobre los alcances de la libertad de expresión y también sobre el terrorismo y su creciente peligrosidad.
El antecedente directo de este atentado terrorista había tenido lugar el 2 de noviembre de 2011, cuando otro grupo de fanáticos irrumpió en la redacción de Charlie Hebdo para repudiar un especial satírico sobre las elecciones en Túnez , por aquel entonces conmocionado por las consecuencias en Oriente Medio de la llamada Primavera árabe.
El semanario había titulado su número “Charia Hebdo”, como se dice en francés sharia o ley islámica, y decidió entonces que el profeta Mahoma fuese el “jefe de la redacción”, para celebrar la victoria del partido islamista tunecino Ennahda. Hubo un incendio que no dejó heridos. Antes de eso, la revista había recibido amenazas durante la publicación de caricaturas de Mahoma, en 2006.
Este año, Charlie Hebdo volvió a sembrar la polémica, con su irreverencia habitual y que se muestra irrenunciable: fue cuando dedicó su portada al atentado terrorista perpetrado en la Rambla de Barcelona e hizo una asociación directa entre el mundo musulmán y el terrorismo. En la portada -firmada por el diseñador Foolz, uno de los periodistas de la revista- aparecía un personaje que busca el final del túnel en el caño de un fusil, en manos de un yihadista. En esta oportunidad, Charlie Hebdo cosechó una ola de críticas.