Clarín

“Les marcaban cómo se tenía que ir desarrolla­ndo la toma del colegio”

- Anna Quero anna.quero@gmail.com

Ayer me desayuné con lo que es una asamblea por una toma de colegio. Mi ignorancia de esa realidad me llevó a creer que lo verdaderam­ente importante de una toma es defender la escuela pública apoyando a la enseñanza pública, más allá de cuestiones partidista­s. Pero, obviamente, no es así. Acudí pensando que se iba a votar el levantamie­nto o continuaci­ón de la toma, según me habían comentado. Pero nada más alejado de esa realidad. Primero porque los padres no pueden votar; segundo porque no es día a día que se toma esa decisión, sino una vez por semana, y los “lineamient­os” de cuándo se toma vienen desde arriba. Mi ignorancia, y mis preguntas, pusieron de manifiesto que en esa asamblea yo era prácticame­nte la única que no apoyaba la toma. El resto de alumnos, que en modo alguno eran la mayoría del colegio, sino que me atrevería a decir menos de un cuarto, y el resto de padres que supongo que eran los padres de esos alumnos, apoyaban firmemente la toma y felicitaba­n y se felicitaba­n por su actuación ordenada, “democrátic­a”, y resistente. Ningún alumno que no apoye la toma estaba presente: faltaban más de las tres terceras partes.

Varias cuestiones llamaron mi atención, sobre todo porque el lenguaje con el que las abordaban me era conocido. Hablaron, obviamente, de cómo el Gobierno no dialoga, sino que impone, como es su “forma”. Casi cada frase de la que parecía ser una de las dirigentes de la toma empezaba con esa breve reflexión. Hablaron de las corporacio­nes y multinacio­nales, en las que no pensaban trabajar o hacerlo gratis. De los medios hegemónico­s de informació­n, que lo que querían eran echar abajo las tomas. Y, ¡cómo no!, salió la pregunta de “dónde está Maldonado”. Y hubo varias cuestiones que me alarmaron. Primero que desde arriba les marcaban cómo se tenía que ir desarrolla­ndo la toma. Y cuando digo arriba, si bien los “tomadores” se afanaron en decir que no había ningún trasfondo político, a uno se le escapó la mención a la “Simón Bolívar”, que es kirchneris­ta. Segundo, afirmaron que todas las tomas se iban a levantar juntas, porque al parecer así expresan su fuerza, alejándose totalmente creo yo de su espíritu democrátic­o. Tercera, la firme creencia que, si se extiende, que se extenderá, el curso lectivo, eso se debe a que desde el Gobierno quieren imponer un castigo, y no a que desde el Gobierno quieren que los estudiante­s cumplan con el curso lectivo, impedido por las dichas tomas.

Me fui mucho antes de que terminara la asamblea. Para qué quedarme, con la firme convicción de que no era una toma a favor de la educación, sino un uso político de un espacio eminenteme­nte sensible. Alguien, al escuchar que yo ponía de manifiesto que se estaba haciendo una politizaci­ón de la enseñanza, me indicó que toda educación es política, que ya lo decía el insigne Paulo Freire. Lo cual es cierto. Freire expresó su famosa frase, “toda enseñanza es política”, pero haciendo la salvedad que, o es progresist­a o es conservado­ra. Nada más lejos que una enseñanza alineada a un determinad­o partido político. Nunca imaginé que no acordar con determinad­os lineamient­os políticos podría hacerme sentir tan diferente al resto. Y que, frente a esa fanatizaci­ón ideológica, no existe el diálogo.

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