El resultado en Alemania puede complicar la reforma de la Eurozona
La posible entrada de los liberales al futuro gobierno de Merkel pone en duda el impulso regional.
La Unión Cristianodemócrata (CDU), junto a su socia de Baviera, la Unión Socialcristiana (CSU), perdió 8,7 puntos porcentuales en relación a las elecciones de 2013. Sobre todo los conservadores bávaros, acostumbrados a las mayorías absolutas en su región, sufrieron una fuerte fuga de votantes hacia la ultranacionalista Alternativa para Alemania. Exigen que Merkel emprenda un cambio de rumbo hacia posiciones más derechistas, sobre todo en materia de inmigración. “Tenemos que cerrar el flanco derecho. Tenemos que cumplir con los temas que prometimos a la gente, como el tope máximo de refugiados y la seguridad”, declaró el líder de la CSU, Horst Seehofer.
Pero sus reclamos por ahora cayeron en saco roto. “Lo que tenemos que hacer es resolver los problemas de la gente”, explicó Merkel. La canciller volvió a defender su decisión humanitaria de 2015 durante la llamada “crisis de los refugiados”. “Yo no abrí las fronteras, porque las fronteras ya estaban abiertas. Y sí, creo que fue la decisión correcta (dejar pasar a cientos de miles de refugiados). No me parece que hubiese sido mejor opción que la policía lanzara chorros de agua (contra los refugiados) en la frontera alemana”, afirmó.
Además de la presión de los bávaros y del ala más conservadora de su partido, Merkel tiene que buscar una fórmula para encontrar socios de gobierno. Por primera vez en cinco décadas habrá seis grupos representados en la Cámara Baja, el Bundestag. La bancada más fuerte seguirá siendo la de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel junto a sus socios bávaros de la Unión Social Cristiana (CSU), que juntos cosecharon el 33 por ciento de los votos y 246 escaños. Segunda, lejos y sumida en una profunda crisis, quedó la socialdemocracia, con apenas el 20,5 por ciento de los votos que se traducen en 153 bancas, una derrota histórica para este partido, el más antiguo de Alemania.
Merkel invitó a los socialdemócratas a negociar la continuidad de la llamada “gran coalición de gobierno” entre estos dos grandes bloques mayoritarios. Pero el líder socialdemócrata, Martin Schulz, decidió que el papel de su partido ahora debe estar en la oposición. “Mejor que llame a otros”, repitió un Schulz recargado, agresivo, que calificó a Merkel de “aspiradora” que se roba los temas de otras fuerzas y anula el debate ideológico.
Con la socialdemocracia en retirada para encontrar su identidad y su futuro, la aritmética electoral solo permite formar una mayoría por los colores de la bandera del país caribeño: negro por los conservadores, amarillo por los liberales (10,7%) y verde por Los Verdes (8,9%). El diseño del euro nació incompleto. La unión monetaria no se acompañó de una unión fiscal, ni bancaria, no tiene mecanismos normalizados de gestión de deudas ni de reacción ante crisis. Las urgencias de la crisis financiera desatada en 2008 lograron que, muchas veces mal y casi siempre despacio, se fueran creando instrumentos que parecen a todas luces incompletos. Bruselas, la Francia de Emmanuel Macron, Roma y Madrid apoyan una profunda reforma de la Eurozona, a la que Merkel había puesto buena cara hasta las elecciones del domingo. Por primera vez en años la Comisión Europea y los principales gobiernos de la Eurozona apuntaban en la misma dirección.
Se plantea crear un FMI euro-
Por primera vez en cinco décadas habrá seis grupos representados en la Cámara Baja.
peo, terminar de construir la unión bancaria e incluso se avistaban ya saltos adelante como el nombramiento de un super ministro de Finanzas para los 19 países que comparten la monedao la creación de un presupuesto de la Eurozona para hacer frente a choques financieros.
El fin del ciclo electoral en Europa con la reelección de Merkel debía ser el punto de partida para poner en marcha esas reformas, pero la más que previsible entrada de los liberales en el gobierno de coalición puede frenar el impulso reformista.
Bruselas veía “una ventana de oportunidad histórica” que los liberales alemanes pueden cerrar. En Alemania hay consenso en rechazar cualquier cosa que se parezca a una unión de transferencias o a mutualizar deuda. Pero los liberales, liderados por su nuevo jefe de filas, el carismático de 38 años Christian Lindner, rechazan cualquier avance integrador de la Eurozona y durante la campaña electoral incluso propusieron la expulsión de Grecia del euro.
Lindner, de tintes euroescépticos, quiere ser el próximo ministro de Finanzas para reemplazar así al democristiano Wolfgang Schäuble, el hombre que durante una década ha sido el mandamás de los ministros de Finanzas del euro y cuya voluntad se cumplió casi siempre.
Lindner, si finalmente entra en el gobierno de Merkel, está obligado a que sus propuestas sean tenidas en cuenta durante los próximos cuatro años. Entre 2009 y 2013, cuando los liberales gobernaron con Merkel, su papel se fue difuminando hasta hacerse imperceptible. Lo pagaron en las urnas hasta el punto de caer por debajo del 5% y quedar fuera del Bundestag. A Bruselas y París les queda la esperanza de que Merkel reaccione ante la suba de la ultraderecha para cortar la hierba bajo los pies de los populismos, que ya amenazan también a Berlín. La salida de los socialdemócratas también puede suponer un endurecimiento de la política migratoria (Merkel aceptó en parte gracias a ellos a más de un millón de refugiados a pesar de que sabía que lo podía pagar en las urnas) y puede endurecer la relación con Turquía.
-¿Y el dirigente del partido en Turingia, Björn Höcke, el que calificó al monumento al Holocausto como “una vergüenza” y considera que no todo lo de Hitler hay que descartarlo?