Clarín

“Es mi disco más romántico, pero no del tipo ‘corta venas’”

El cantante -que hoy inicia una serie de nueve shows en el Gran Rex- habla de su rumbo musical, del boxeo y se anima a profundiza­r sobre sus problemas de salud.

- Diego Jemio Especial para Clarín

“Tú llegaste. Y la vida me cambiaste. El único dolor que siento es cuando estoy lejos de ti. Oh oh. Fuego fuego. Túu me prendiste fuego. Me pones caliente el cuerpo y la mente. Y se derrite el hielo”. La canción se llama Llegaste y forma parte de La vida al viento, que fue grabado en los Estados Unidos, México y la Argentina, y que presentará durante nueva noches en el Gran Rex, en una serie que comienza hoy. Luciano Pereyra dice que esa canción, de alguna forma, condensa el espíritu del décimo disco de su carrera.

Cuenta que estaba grabando en Nueva York cuando escuchó de casualidad un hip hop que le encantó. Pensó: “Eso también es folclore”, y quiso trasladarl­o a la música de raíz argentina. Después de algunas semanas de darle vuelta al asunto, el resultado es esta canción del fuego, con un loop urbano, en la que la se lucen los charangos, las quenas y los sikus.

Luciano se entusiasma cuando cuenta esa anécdota neoyorquin­a. La charla va de la cumbia colombiana de Los Wawancó al Polaco Goyeneche, pasando por su padrino artístico Horacio Guarany (ver En estos momentos...), que murió este año. Dice que podría haberse quedado con las baladas rendidoras, pero decidió hacer un disco más urbano, con temas propios y netamente romántico. Habla de la operación de urgencia que tuvo hace un año por una afección intestinal y de la relación entre el boxeo y la música (grabó dos videos con “El Chino” Maidana).

-En la estética de la tapa y en las canciones, “La vida al viento” tiene un espíritu optimista. ¿Tuviste esa idea al arrancar la grabación? ¿Cómo surgió el título?

-Cuando me junté con Andrés Castro (productor del disco) le dije: “Mirá, no hay nada”. No tenía letras, melodías, nada. Tuve que empezar de cero después de haber vivido momentos increíbles y de mucha

carga emocional con el anterior disco, Tu mano, que fue nominado al Grammy. Una vez que te sacás esa carga -linda, por cierto- tenés que dejar que las cosas fluyan. Ver dónde estás parado y musicalmen­te para dónde vas . Dejar la vida al viento. De ahí viene el título. -¿Y musicalmen­te para dónde vas?

- Siempre hay un hilo conductor musical, que es el gusto y lo que quiero hacer como músico. Pero, en este caso, nos fuimos por otros caminos nuevos e interesant­es. Seguimos fusionando y renovando la forma de hacer música, con la esencia de instrument­os como el charango, la quena y el sikus, que son parte de mi folclore. Trabajé con músicos de Cuba, Venezuela y México, entre otros países. Esa mezcla latinoamer­icana está reflejada en las canciones. Al principio, no hubo un espíritu optimista. De hecho, los primeros días fueron frustrante­s; pero cuando comenzás a hacer las cosas con calma y dedicación, todo comienza a salir. En el proceso creativo del disco me pasaron cosas lindas. Vinieron familiares y amigos a visitarme a Miami, donde estuve viviendo casi cuatro meses. Terminar una jornada de grabación y tomarte unos mates con gente querida es muy importante. Creo que la luz viene por ese lado. Esas cosas son una bendición. -Mencionast­e Miami. El disco tiene un sonido pop internacio­nal, que bien podría ser el de un artista de cualquier otro país. ¿Qué pensás que lo diferencia? ¿Cuál es el color propio que te identifica? -La música cambió, desde el sonido a la forma de escucharla. A veces extraño eso de pasar por un disquería, que ponía una canción al mango para venderte lo que acababa de salir. La música es muy amplia y me gusta meterme por nuevos lugares. ¿Por qué no fusionar un género urbano, que es lo que suena hoy, con el folclore? Toda la música tiene algo de folclore. Mi tema Como tú es una cumbia urbana, pero llena de charangos. De repente aparece un clarinete, que también está presente en la cumbia colombiana, y que a su vez usaron Los Wawancó y El Cuarteto Imperial. Limitarme en explorar esos mundos sería un freno para crecer. -Aunque las baladas fueron una constante, en este disco todas las canciones son de amor. ¿Es el trabajo más romántico de tu carrera? -Sí, siento que es el disco más romántico, pero no desde el costado de la balada corta venas. El romanticis­mo no pasa solamente por la rela- ción de pareja. Este disco se gestó en el último año y no sólo en unos pocos meses. En ese tiempo me tocó vivir situacione­s feas, como la última intervenci­ón de salud (lo operaron de urgencia en 2016). Encontrarm­e con amigos a festejar después de eso es también amor y romanticis­mo. Son respiros que te da la vida. En el disco hablo mucho del viento, que limpia y purifica. El aire es vida. Y este disco tuvo mucha vida, desde el principio y hasta que terminó la grabación. Ahora viene la etapa de presentarl­o. -Además de lo vivencial, la lírica de las canciones está influencia­da por las cosas que leíste, por la música que escuchaste... Las diez canciones son tuyas. ¿Cómo alimentás al Luciano compositor entre tantos shows y vértigo? -Por lo menos con algo a mano para anotar (se ríe). A veces lo hago en casa y estando solo. O cuando estoy con gente me alejo un poquito para ver qué tengo en la cabeza o en el alma, que me disparó algo musical. En ese proceso siempre es divertido encontrars­e con otras personas y situacione­s. Escuchando un hip hop en Nueva York nació Llegaste. De cada cosa que me toca vivir voy tomando lo que me queda en imágenes, colores y texturas sonoras. Y tengo la oportunida­d de compartir con gente que me da la posibilida­d de componer con ellos. Eso para mí es una bendición. Como creyente, cuando sale algo, digo: “Ahí está Dios”. Disfruto del momento en el que no me salen las cosas. O al menos intento no pelearme.

Alguna vez, Luciano Pereyra dijo que es “un futbolista frustrado, que trabaja de músico”. Jugó en las inferiores de Boca y va seguido a la Bombonera. Hace algunas semanas, grabó el video Es tu culpa, uno de los temas de promoción del disco, junto al ex boxeador “El Chino” Maidana. El fana xeneize no sólo cree que el deporte es una forma de estar bien físicament­e. Le fascina la figura del boxeador (en general), que sirvió como inspiració­n para miles de páginas en la literatura y algunas buenas películas. También encuentra algunos paralelism­os entre la vida del ring y la del escenario. En definitiva, dos mundos de exposición. Y de soledad. -Vos sos fanático de las películas de Rocky y ahora hiciste un video con Maidana. ¿Qué te atrae de la figura del boxeador? -Es uno de los entrenamie­ntos más completos que existen, pero en general soy un fanático del deporte. Yo hice boxeo y fue algo muy importante en mi vida en los momentos de recuperaci­ón, cuando sentí que la vida me cagaba a palos. Me fascinan las historias de boxeadores por las cosas que vivieron arriba y abajo del ring. “El Chino” Maidana me contó parte de su rutina: levantarse a las cinco de la mañana, las comidas, los turnos dobles y una vida reglada hasta para dormir la siesta. Pero después llegan los resultados, como pelear en Las Vegas con Floyd Mayweather. Yo no creo en la suerte, creo que los lo- gros son producto del esfuerzo. -Para cantar también necesitás disciplina...

-Para cualquier trabajo. Me entreno durante la semana para salir a mi ring, que es el escenario. Por eso sigo yendo a foniatría, tomo clases de canto y de piano. Aparte no me sale hacerlo de otra forma. Soy un culo inquieto terrible. Está en los genes. Quizá viene de mis padres, que me tuvieron cagando toda la vida. -¿Ahora se los agradecés?

-Y sí, en algún momento uno se los agradece. Con mi hermano y conmigo hicieron un gran trabajo. Nos inculcaron la necesidad de estudiar y de perfeccion­arse. -La operación de urgencia del año pasado y otros problemas de salud deben haber sido grandes piñas, siguiendo con la analogía pugilístic­a. - Sin dudas. Pasó un año desde la última operación, que justo fue el día de mi cumpleaños. Como no pude celebrarlo, lo hice después con una juntada en casa. Siempre hay motivos para festejar y eso lo fui aprendiend­o con la vida. No es poca cosa tener una familia y compartir con la gente que uno quiere. Y, en estos tiempos, tener una ducha caliente, un abrigo y un plato de comida es mucho. -Después de los shows en el Gran Rex, se vienen las giras maratónica­s. Alguna vez declaraste que sos un tipo muy solitario. ¿Cómo te llevás con la obligación de estar todo el tiempo con gente? -Me gusta. Muchas veces la habitación del hotel pasa a ser mi lugar de intimidad dentro de la gira. A veces compartimo­s tiempo con los músicos o nos juntamos a ver un partido de fútbol. Además tomo mis clases de foniatría. Me gusta tanto viajar como volver a casa. El escenario es la hora de la verdad. Si durante la grabación del disco cometés un error, no pasa nada, lo grabás de nuevo. En vivo tenés que minimizar las posibilida­des de equivocart­e. ¿Sabés lo que me pasa yirando? Me divierto mucho con la gente. No sabés la cantidad de cosas que ves desde arriba de un escenario. Estoy cantando y hay una señora llorando. Ves a una pareja que está en su mundo, chapando a más no poder. Ahí pienso: “Qué bueno ser el musicaliza­dor de esa historia de amor”. Eso me genera una gran emoción. Le doy gracias a Dios porque me gusta lo que estoy haciendo. La música no es para comparar sino para disfrutar.

Cuando sentí que la vida me cagaba a palos, el boxeo me ayudó en mi recuperaci­ón. Me encanta”.

Me entreno durante la semana para salir a mi ring, que es el escenario. Y sigo tomando clases de piano y de canto”.

 ?? JUAN M. FOGLIA ?? De frente. Hace un año, Luciano sufría una muy seria afección intestinal que requirió una operación de urgencia. Su familia, los amigos y Dios: claves para recuperars­e.
JUAN M. FOGLIA De frente. Hace un año, Luciano sufría una muy seria afección intestinal que requirió una operación de urgencia. Su familia, los amigos y Dios: claves para recuperars­e.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina