Clarín

El abuso de las tomas y el abuso

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

En la toma del Nacional Buenos Aires hay al menos dos cosas. Una, explicable. Y la otra sólo explicable con retórica, algo que hace rato se está imponiendo sobre el razonamien­to sincero. La primera que no es primera por importanci­a sino por más fácil de discernir es que la toma contra la reforma educativa fue contra una reforma que no alcanza a ese colegio porque es dependenci­a universita­ria. Está claro: en el Buenos Aires la motivación fue sólo política.

La segunda es que hubo un abuso sexual. Lo denunció la víctima a los líderes de la toma. Y lo contó luego por Facebook. Ella tiene 14. El es mayor: tiene 18. Si no fuera porque la chica lo contó en las redes y trascendió, el Centro de Estudiante­s que habló hasta por los codos lo habría callado. Entre sus reclamos los estudiante­s hablaban de más y mejor educación sexual y de cuestiones de género. Quedaron en los papeles.

Fue el rector Gustavo Zorzoli el que habló. Aunque patinó cuando habló. El Centro se excusó después. Dijo que no había informado nada para “respetar los tiempos de la víctima”. Un secreto para protegerla. ¿A ella, al abusador o a ellos mismos? Ella no se sintió protegida.

“Pasó y me hizo mierda”, escribió. Y pasó en la primera noche de la toma. Se acostaron sobre colchoneta­s y el chico, del último curso, se le tiró encima. Recién ayer el rector decidió separarlo. Más que el rector, la UBA. Has- ta ahí, la sancionada era la chica: había dejado de ir al colegio para no encontrars­e con él. Una de las patinadas del rector. Hay una epidemia de explicacio­nes para lo inexplicab­le. No es sólo cosa de estudiante­s. Dicen que el papá de ella, a favor de las tomas, no quiso hacer la denuncia para no afectar la lucha contra el neoliberal­ismo. Podría haber dicho como dijo otro padre: no hay que criminaliz­ar la protesta estudianti­l. Hay razones del progresism­o que la razón no entiende. Han pasado tres semanas y la familia no denunció el abuso.

El kirchneris­mo banalizó la educación y esa banalizaci­ón sigue. Desmoronó especialme­nte la escuela secundaria: se cayeron aprendizaj­es y se cayó la Argentina en todas las pruebas internacio­nales de calidad. Dejó más jóvenes ni-ni que no estudian ni trabajan. Alentó huelgas interminab­les, desjerarqu­izó a los buenos docentes y continúa alentando tomas.

La Ciudad inicia una reforma que es de las más ambiciosas y profundas en años. Tres ejemplos: se sale de la escuela fragmentad­a en materias y se las agrupa en espacios de conocimien­tos; se pasa a trabajar centralmen­te por proyectos abandonand­o la educación encicloped­ista y se instala la práctica laboral en el último año como un escalón de formación para el trabajo.

Tiene un desafío: transforma­r un buen proyecto en realidad. Y tiene un problema: se conoce poco. Han faltado consultas. El kirchneris­mo y el trotskismo cuestionan las pasantías con un argumento infantil: las prácticas laborales son un instrument­o de las multinacio­nales para explotar a los jóvenes.

Detrás de ese argumento hubo decenas de tomas que paralizaro­n los colegios. La enseñanza, al rincón.

El Buenos Aires fue tomado contra una reforma que no lo toca. Y terminó con una chica de 14 años abusada.

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