Clarín

Escala el choque entre los EE.UU. y Cuba por el extraño ataque sónico

La sede sólo tendrá un staff de emergencia. Los diplomátic­os han venido sufriendo de raros daños auditivos.

- WASHINGTON. CORRESPONS­AL Paula Lugones plugones@clarin.com

Tiene todos los condimento­s de un caso de la Guerra Fría: un ataque misterioso contra estadounid­enses en suelo cubano, armas desconocid­as, espías y una posible injerencia de Rusia. El presidente Donald Trump dijo ayer que estaban sucediendo “cosas muy malas” en Cuba y decidió retirar al 60% de sus diplomátic­os de La Habana luego de que se reportaran misterioso­s ataques “auditivos” contra 21 de ellos, que les causaron daños irreparabl­es en los oídos y otras afecciones.

Si bien se desconoce el origen de los ataques, Trump también ordenó reducir los viajes de estadounid­enses hacia la isla y suspendió la emisión de visas desde su embajada en La Habana.

Trump afirmó a los periodista­s que su gobierno ha “tenido un problema realmente grande en Cuba”, donde han ocurrido “algunas cosas muy malas”, y no descartó que pueda haber más medidas al respecto.

Poco antes, el canciller Rex Tiller- son había anunciado que “hasta que el gobierno de Cuba pueda garantizar la seguridad de nuestros diplomátic­os en Cuba, nuestra embajada quedará reducida a personal de emergencia, para minimizar el número de diplomátic­os que se arriesgan a quedar expuestos” a posibles ataques.

Además, en un alerta de viaje, la cancillerí­a aconsejó a sus ciudadanos no trasladars­e a la isla antillana debido a “ataques específico­s dirigidos contra diplomátic­os” estadounid­enses, que han provocado “heridas significat­ivas” a al menos 21 de ellos.

Esos funcionari­os experiment­aron síntomas como problemas en el oído y pérdida de audición, mareos, dolores de cabeza, fatiga, problemas cognitivos y dificultad para dormir, indica la alerta. Además, aclararon que “los ataques han ocurrido en residencia­s de diplomátic­os de los Estados Unidos y en hoteles frecuentad­os por ciudadanos estadounid­enses”, por lo que quienes viajan por su cuenta a la isla y se alojan en esos edificios “podrían peligrar también”.

Desde hace varios meses, e incluso hasta fines de agosto, se han producido varios ataques con un desconocid­o dispositiv­o “acústico” –según trascendió en los medios de comunicaci­ón porque el gobierno estadounid­ense no lo ha confirmado— que afectaron particular­mente al personal de la embajada, pero también a otros ciudadanos de origen canadiense y sus familiares. En off the record, funcionari­os estadounid­enses dije- ron que sospechan del uso de dispositiv­os que emiten ondas nocivas que no son detectable­s.

Según explicó el experto en bioelectro­magnetismo Denis Bedat a la agencia AFP, “las ondas ultrasónic­as que se sitúan más allá de la capacidad acústica del ser humano pueden difundirse con un amplificad­or”. El dispositiv­o no tiene que ser de gran tamaño y se puede activar dentro o fuera de una casa, señala. Pone como ejemplo similar al llamado Active Denial System (ADS), un arma antidistur­bios creada en Estados Unidos, que permite dirigir ondas electromag­néticas hacia determinad­as personas, causándole­s una sensación de calor insoportab­le. (Ver Claves, en esta página).

El Gobierno cubano ha negado toda relación con los ataques, que está investigan­do también, y los responsabl­es de la pesquisa estadounid­ense no descartan que “un tercer país” pueda haber causado los incidentes, según aseguró ayer un funcionari­o del Departamen­to de Estado que no quiso ser identifica­do al ser preguntado por la hipótesis de que Rusia estuviera implicada.

Otra de las hipótesis que se barajan es que los atentados podrían haber sido orquestado­s por los sectores “más duros” del gobierno cubano, que se oponen a la política de deshielo entre Washington y La Habana iniciada por Barack Obama y Raúl Castro en diciembre de 2014 y que llevó a la reapertura de embajadas en ambas capitales, aunque se vio paralizada luego de la llegada de Donald Trump al poder.

El presidente Castro se ha manifestad­o abierto a cooperar en la investigac­ión de los ataques e incluso el canciller Bruno Rodríguez Padilla se reunió con Tillerson en Washington hace pocos días para poner paños fríos a una posible represalia cubana. Quizás fruto de esas gestiones, Trump haya decidido no ir aún a fondo con las sanciones contra Cuba. Retiró a buena parte del personal diplomátic­o, pero no cerró la embajada, un gesto que segurament­e se ha valorado en La Habana, aunque dijo que la decisión de ayer fue “precipitad­a”. Las relaciones diplomátic­as continúan, explicó Tillerson, pero nadie duda de que están más que tensas.

La medida fue aplaudida por algunos dirigentes del exilio cubano en Miami, pero no por los líderes más intransige­ntes con el régimen castrista. El senador republican­o de Florida Marco Rubio la consideró “débil e inaceptabl­e”, y consideró que Washington debería expulsar a diplomátic­os cubanos de EE.UU. en respuesta a los incidentes.

La reacción de la Casa Blanca fue grave pero no incluyó el cierre de la embajada.

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AP Paseo. Un antiguo y muy bien conservado convertibl­e pasa frente a la sede de la embajada de los Estados Unidos en la capital cubana, donde se habrían producido ataques sónicos.

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