La mitad de los argentinos que sufren colesterol elevado no está bajo tratamiento
Lo reveló una encuesta. Dicen que la ausencia de síntomas influye en las pocas consultas médicas registradas.
El colesterol elevado no duele, no molesta, no pica, no se siente. Esa es una de las razones por las que, pese a ser uno de los principales factores de riesgo para la salud cardiovascular, la mitad de quienes lo sufren no sigue un tratamiento para normalizar sus valores, según arrojó una encuesta realizada en todo el país a la que accedió Clarín. Entre quienes sí toman medidas, sólo 4 de cada 10 cumplen con las 3 indicaciones básicas para controlarlo: alimentación saludable, actividad física y medicación.
El sondeo realizado por la agencia de investigación Kantar TNS sobre 1.200 habitantes mayores de 18 años mostró también que los argentinos tienen un conocimiento general sobre la problemática del colesterol (el 99% escuchó hablar alguna vez), y aunque 7 de cada 10 dicen conocer los riesgos de tener el “malo” elevado, sólo un cuarto lo relaciona con el LDL (sigla en inglés de lipoproteínas de baja densidad), encargadas de transportar el colesterol por la sangre al interior de las células y cuya presencia en exceso contribuye a la formación de placas en la pared de las arterias. ¿El peligro? Esa acumulación produce un “taponamiento” (ateroesclerosis) que afecta el flujo de la sangre oxigenada y, dependiendo de dónde se localice, puede provocar infarto de miocardio, ataque cerebrovascular (ACV) o insuficiencia circulatoria.
“Recién se está empezando a tomar conciencia del colesterol. La mayoría desconoce cuáles son los valores necesarios para estar bien controlado. Incluso hay un gran porcentaje de médicos que tampoco tiene claras las metas del tratamiento y a qué valores debe llevar a los pacientes. No hay conciencia de efectuar estudios para diagnosticar enfermedad ateroesclerótica que no tenga manifestación y tampoco de que la medicación debe ser tomada sin interrupción”, afirma a Clarín el cardiólogo Alberto Cafferata, presidente de la Sociedad Argentina de Lípidos.
De acuerdo al estudio, una alta proporción de consultados (78%) se mide al menos una vez al año el colesterol. De ellos, 2 de cada 10 dicen tenerlo elevado (sobre todo población entre los 35 y los 64 años), pero sólo la mitad (53%) se ajusta a un tratamiento para reducirlo. La mayoría lo hace a través de cambios en la dieta (83%), y en me- nor medida por la toma de medicación indicada por el especialista (69%) y el aumento de la actividad física (66%). Menos de la mitad (41%) cumple con las tres.
“El abandono del tratamiento farmacológico es altísimo en Argentina y en todos los países respecto a las estatinas, que es lo que se indica para el manejo del colesterol en la mayoría de los pacientes. Y también se abandona el tratamiento de estilo de vida”, afirma Carol Kotliar, jefa de Hipertensión Arterial y Prevención de Envejecimiento Arterial del servicio de Cardiología del Hospital Universitario Austral. La cardióloga, autora de “Libro de recetas para el control del colesterol”, arriesga una explicación sobre la baja adherencia al tratamiento, compartida por la mayoría de los especialistas: “Cuando una persona tiene fiebre, no tiene ninguna duda sobre tomar algo para bajarla, porque la siente y está molesta. En cambio, las placas que se forman dentro de las arterias evolucionan durante muchísimo tiempo sin dar ninguna manifestación. Es difícil que el paciente recuerde todos los días tomar su pastillita para el colesterol cuando no siente nada porque no logra ver dónde está el verdadero riesgo”.
Coincide Gustavo Cerezo, jefe del Servicio de Epidemiología y Prevención Instituto Cardiovascular de Buenos Aires. En el abandono de la medicación, según el cardiólogo, influyen la mala comunicación médicopaciente (“el profesional falla al no explicar por qué debe tomarla”), los problemas para afrontar los costos y las barreras para obtener fármacos (la falta de recetas, por ejemplo). Y en lo vinculado al estilo de vida, considera que “el paciente abandona el plan alimentario y el ejercicio físico porque culturalmente no tiene incorporados estos hábitos saludables”. ■