Clarín

No hizo nada malo

- Eduardo Menegazzi emenegazzi@clarin.com

Podría haberle ocurrido al salir con su auto por las calles de Manchester o yendo al entrenamie­nto de su equipo. Pero Sergio Agüero, en su día libre de prácticas futbolísti­cas y de obligacion­es profesiona­les, recibió la invitación de un amigo para ir a un recital, hizo los 900 kilómetros que separan a la ciudad inglesa en que reside con Amsterdam en un avión privado y a la salida, por obra del destino, de un conductor imprudente o de la fatalidad que impera en este mundo convulsion­ado, se accidentó.

Entonces, enseguida se alzaron voces a su favor y en su contra. Se lo acusa de falta de profesiona­lismo porque, según quienes lo fustigan, para el ex delantero de Independie­nte los días que se avecinan podían ser para el recuerdo. Porque hoy Manchester City enfrenta a Chelsea por la Liga inglesa y allí podía alcanzar, si marcaba un gol más en su carrera, al máximo goleador de su club. O porque ante Perú y Ecuador, la semana que viene, se perfilaba como titular y como el acompañant­e ideal de Lionel Messi para conseguir con Argentina el pasaje rumbo al Mundial de Rusia.

No podrá ser. El Kun no tuvo ninguna conducta inapropiad­a, no se peleó en la calle, no fue a practicar deportes extremos, no salió de madrugada por los bares ni se emborrachó. Sólo quiso aprovechar un rato libre para, simplement­e, vivir. Lo definió bien su DT, Pep Guardiola: “Quiero que los jugadores sean felices. Deben descansar mental y físicament­e. Pueden disfrutar de sus vidas, deseo que se diviertan”. Eso intentó Agüero cuando la fatalidad le jugó una mala pasada.

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