El antiindependentismo apareció y marchó por Cataluña y toda España
Por primera vez hubo manifestaciones contra la intención rupturista catalana, las mayores de ellas en Madrid.
Pobre Sant Jordi. La imagen del patrón de Cataluña que vigilia la plaza Sant Jaume, aquí donde el Palacio de la Generalitat catalana y el Ayuntamiento de Barcelona se miran de frente, está soportando el disgusto de los que se oponen al referéndum que pretende cambiar la cartografía de España. La cuenta regresiva comenzó y la “Cataluña silenciosa”, como han sido bautizados los catalanes que no quieren separarse del resto del país, salió finalmente a la calle a gritar en sus marchas que España es una sola y que Cataluña es España.
Centenares de personas agitaban banderas en esta plaza que, en tiempos en los que Barcelona era una provincia romana, era el foro. “¡A prisión!, ¡A prisión!”, gritaron delante de la Generalitat, sede del gobierno catalán.
La reacción no fue sólo ahí. Rápidamente saltó a toda España. La concentración más numerosa tuvo lugar ante la sede del Ayuntamiento de Madrid en la plaza de Cibeles, uno de los puntos más emblemáticos de la capital española, con el lema “por la unidad de España y en Defensa del Estado de Derecho”. Cerca de 10.000 ma- nifestantes -según el Gobierno- formaron un mar de banderas de España y cantaron lemas como “¡Unidad, unidad!”, “¡No nos engañan, Cataluña es España!” o “(Carles, presidente de Cataluña) Puigdemont a prisión”. La convocatoria a nivel nacional la hizo una Fundación de Defensa de la Nación Española y llamo a concentrarse frente a los ayuntamientos de toda España. Hubo así miles en Santander, Zaragoza, Valladolid, Logroño, Palma de Mallorca e incluso esta en Barcelona, capital de Cataluña. Pero también las hubo en apoyo a la consulta, especialmente en ciudades como Bilbao, en el País Vasco.
La de Cataluña nació por iniciativa de Jesús Mariñas, un diseñador de muebles de 47 años catalán: “Hace dos días me desperté y dije ‘Estoy har- to. El país no hace nada por mí ni por tanta gente que piensa que España es una sola’. Y escribí un post en un foro de internet proponiendo esta convocatoria. Esto es un acto espontáneo.” - ¿Por qué quienes se oponen al referéndum han permanecido callados hasta ahora?, le preguntamos
- “Por pudor y por vergüenza. ¿Por qué tenemos que ser los ciudadanos los que nos organizamos para decir que no al referéndum? Ningún partido político salió a armar o invitar a una concentración a favor de la unidad de España. Somos los ciudadanos autoconvocados que hemos pagado hasta las pilas del micrófono que estamos usando. Los independentistas creen que porque gritan más que nosotros tienen razón. Seguir adelante con este referéndum me parece un deshonor. O el gobierno está superado o la ley está fuera de su lugar. Creo que es preciso forzar la salida del presidente español Mariano Rajoy por no ser apto.
“No somos fachas, somos catalanes”, “Cataluña es democracia” y “No butarem” (no votaremos) caldeaban el ambiente. Reinó el “Viva España” y la lectura del artículo 155 de la Constitución sobre las obligaciones autonómicas con la nación toda.
“Jamás participé en ninguna marcha ni concentración pero hoy me animo a estar aquí porque me da mucha pena lo que sucede. No quiero la independencia”, dice Alicia Febrero, un ama de casa catalana de 45 años.
“Nadie nos dice cómo van a pagar nuestras pensiones si Cataluña se separa de España. Ni siquiera estamos bien informados. La Generalitat subvenciona a 7 cadenas de teve, 8 radios y 14 periódicos. Si es en lengua catalana, hay dinero. Y a los niños los están envenenado desde pequeños, en las escuelas”, dice una señora nacida en Rioja, vecina de Barcelona desde hace 40 años, No quiere dar su nombre “porque tengo miedo. Temo las represalias de los independentistas catalanes -dice-. He colocado una bandera española en la puerta de mi casa y me la han roto y hasta escupido.” ■