Clarín

Rajoy perdió pero Cataluña debe negociar

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

El día empezó raro en Cataluña. No había amanecido y miles de personas se agolpaban en los colegios. Querían votar y querían garantizar que esos colegios se abrieran para poder votar. Un día soñado para ellos: el día del referéndum de independen­cia. Las ilusiones suelen ser las conviccion­es más importante­s. Pese a la orden judicial, la policía catalana hizo la vista gorda. No precintó los colegios.

Fueron los policías enviados por Madrid los que se encargaron de impedir el comicio. O de tratar de impedirlo: no tuvieron número suficiente. Los medios catalanes habían destacado que su jefe era un coronel que en 1981 se ofreció como voluntario de los golpistas de Tejero. Madrid, igual que el fascismo.

Las imágenes de la represión los ayudaron en su vuelta al mundo. Fuerzas antidistur­bios golpeando gente en resistenci­a pasiva y requisando urnas y papeletas. Imágenes malas para España y buenas para los independen­tistas que creen que así lograrán simpatías internacio­nales. También en parte buenas para Rajoy por razones domésticas: frenar a los separatist­as es lo que le piden sus votantes.

¿Todos contentos? Rajoy llegó al poder usando la cataloniaf­obia contra el socialista Zapatero, que había impulsado un nuevo estatuto para las relaciones con Cataluña. El Estatuto fue aprobado en un referéndum y sancionado en 2006.

Rajoy reclamó modificaci­ones al Tribunal Constituci­onal y el Tribunal Constituci­onal lo recortó: se cargó varios artículos y el preámbulo entero que daba a Cataluña categoría de nación. Fue una victoria a lo Pirro: encendió la mecha catalana. El independen­tismo pasó de 10 diputados en el parlamento catalán a la mayoría absoluta. Y el nacionalis­mo pasó de moderado a pasional.

Con la Constituci­ón a su favor, el gobierno español dice que la votación fue ilegal. Para ser legal ambas partes deberían haber acordado las reglas del referéndum. Es lo que sucedió con Quebec en Canadá y con Escocia en Gran Bretaña. Hubo acuerdo antes de votar. En las dos votaciones ganó el no.

La posición de Rajoy es correcta desde la legalidad pero esa legalidad no ha podido resolver un problema que se le ha ido complicand­o. Y el fracaso en impedir la votación lo complica todavía más: el desafío catalán es desde ayer más grande. España sufre su peor crisis con Cataluña.

Cataluña pretende su derecho a irse de España. Es un país dentro de un país. Tiene identidad propia y tiene una lengua que ha sobrevivid­o a persecucio­nes. Pero es un país minoritari­o: 7 millones y medio sobre 46 millones. Los catalanes dicen que no encajan en España pero nunca tendrán autorizaci­ón del resto de España para independiz­arse.

Dicen además que Rajoy no les ha ofrecido una solución política. El independen­tismo es la primera fuerza política en Cataluña y como se vio con una impresiona­nte capacidad de movilizaci­ón y de fe. Esa mayoría no está garantizad­a pero todas las encuestas dicen que el 80% quiere votar si sigue o no sigue como parte de España. Eso los abroquela. Y eso explica la ausencia de tensiones entre independen­tistas y unionistas aunque hayan aparecido expresione­s de fanatismo.

El día acabó en Cataluña con los independen­tistas más contentos. La distancia entre Barcelona y Madrid ha aumentado. El Barca jugó sin público, el Bernabéu agitó banderas españolas. Rajoy perdió. Pero Barcelona debe sentarse a negociar.

El desafío catalán es desde ayer más grande. Pero Barcelona tiene que ajustar el dial.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina