Cristina Press, asoma un nuevo periodismo
“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar… Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa; de la neutralidad, los suizos; del justo medio, los filósofos, y de la justicia, los jueces. Y si no se encargan, ¿qué culpa tiene el periodismo?” (“Un mundo sin periodistas, las tortuosas relaciones de Menem con la ley, la Justicia y la verdad”, Horacio Verbitsky, 1997)
A veinte años de sus excelentes definiciones sobre la función social del periodismo, Horacio Verbitsky, para unos un reconocido hombre de prensa, para otros un mero operador político de progresismos presuntos, lanzó días atrás un elegante y pícaro desafío público a Cristina Kirchner. En un recuadro anexo a su ventana ideológica de los domingos en Página 12 manifestó su deseo de entrevistarla. Fue a propósito de la ironía de la ex presidenta sobre los motivos por los cuales Macri no aceptaba un reportaje de Roberto Navarro, Víctor Hugo Morales o del propio Verbistky: “Por mi parte no estoy interesado, porque conozco de antemano las respuestas, una nube de vaguedades y abstracciones sin relación con las preguntas ni con la realidad, tal como marca el manual de estilo de la Alianza Cambiemos. En cambio, sí me gustaría entrevistar a Cristina, quien tiene muchas cosas interesantes para decir. Lamentablemente, nunca aceptó mi pedido”, le respondió el escriba de simpatías K, como en un dueto de los Pimpinela.
En esta etapa preelectoral Cristina se esfuerza en mostrarse dispuesta al escrutinio de la opinión pública. No lo hace por vocación, lo hace por los votos que necesita sumar o al menos no perder. Ha seguido al pie de la letra los consejos del marketing: su look se aproxima más al toque “cashual” de María Eugenia que al “estilo vamp” de sus mejores cadenas nacionales o a las jaranas adolescen- tes en el Patio de las Palmeras y ahora hasta ha retocado su discurso para potenciar su disposición a retornar al redil peronista.
En confianza, “la nube de vaguedades y abstracciones sin relación con las preguntas ni con la realidad” mencionada por el autor de “Un mundo sin periodistas…” bien podría aplicarse a la jefa de Unidad Ciudadana, quien niega hasta lo evidente, como que la Justicia condenó a altos funcionarios de su Gobierno (Jaime y Schiavi, y tiene a De Vido en el banquillo). Es decir, “al Estado”, por la tragedia de Once. Pero ella dice “no, no, el Estado no es responsable, la culpa fue del maquinista”. Es sólo un ejemplo del negacionismo manifiesto en sus contactos con la prensa. Aun así, debió admitir que tuvo “funcionarios corruptos”… aunque su gobierno “no fue corrupto”. Cristina Press se perfila como un nuevo estilo de periodismo. Ya tiene a su propia jefa de prensa, tan traviesa que hasta se anima al cotorreo y a la abierta complicidad en risueños reportajes para lucir más humana y menos soberbia.