Clarín

Un jubilado fue el autor de la mayor masacre a tiros de EE.UU.: 59 muertos

Stephen Paddock, un contador estadounid­ense de 64 años, piloto y cazador, no estaba fichado por la policía. Ni siquiera tenía multas de tránsito. Su ataque dejó al menos 59 muertos.

- WASHINGTON. CORRESPONS­AL Paula Lugones plugones@clarin.com

Stephen Paddock (64) era hijo de un famoso ladrón de bancos, estaba retirado, no tenía antecedent­es penales y jugaba manos de póker de hasta 40.000 dólares. En apenas minutos asesinó a 59 personas e hirió a otras 527 desde el piso 32 del Hotel Mandalay Bay de Las Vegas: tenía en su habitación 16 armas, largas y cortas, y cientos de cartuchos. Tras disparar contra la multitud que asistía a un festival de música country se suicidó. El grupo terrorista ISIS se adjudicó el atentado pero el FBI lo descartó. El presidente Trump calificó al ataque como “un hecho de pura maldad” y mañana visitará a los sobrevivie­ntes.

La noche de terror en Las Vegas comenzó poco después de las 22, cuando el cantante country comenzaba a encender a la audiencia que, a la luz de las estrellas y tendida en el piso, disfrutaba de una velada perfecta en- tre música y cervezas. En ese instante, un tirador apostado en el piso 32 de un hotel cercano desató el horror con ráfagas a mansalva de un fusil automático sobre la multitud que no entendía de dónde provenía ese infierno y buscaba escapar desesperad­a, agazapada entre charcos de sangre y víctimas que caían como muñecos. Los especialis­tas señalaron que el ángulo de tiro, con las balas que caían sobre las cabezas de la gente sin saber de dónde provenían, agravó la matanza entre la marea de 40.000 personas que asistían a la tercera jornada del Route 91 Harvest Musical Festival.

Al menos 59 muertos y más de 500 heridos fue el saldo de la peor masacre cometida por arma de fuego en la historia de Estados Unidos. El autor fue Stephen Paddock, un contador estadounid­ense jubilado, de 64 años, que era adicto al juego, piloto y cazador con licencia en Alaska y que no tenía antecedent­es penales, ni siquiera una multa de tránsito. Se desconocen los motivos del ataque, que evidenteme­nte fue planificad­o ya que se encontraro­n varios de fusiles en la habitación del hotel desde donde disparó y también en su casa. Cuando llegaron las fuerzas de seguridad, Paddock se había suicidado.

El ISIS reivindicó la masacre y dijo que Paddock era un “soldado convertido al Islam hace algunos meses”, pero el FBI, que investiga el ataque, descartó por ahora lazos con una organizaci­ón terrorista internacio­nal. Por lo que se sabe, el perfil del asesino es el de un jugador, blanco, de la América profunda, alguien que había amasado una pequeña fortuna con negocios inmobiliar­ios y que podía gastarse miles de dólares en una sola noche: un terrorista muy lejos del estereotip­o del atacante islámico contra el que pelea el presidente Donald Trump.

Sin embargo, este hombre que no había levantado jamás sospechas, tenía un arsenal no solo en el hotel sino en su casa: la policía informó anoche que hallaron 18 armas en su vivienda, miles de rondas de balas, e incluso nitrato de amonio en su coche, un fertilizan­te que puede ser utilizado para la construcci­ón de una bomba casera. En su hogar no había nadie ya que la mujer con la que vivía, Mari- lou Danley –en principio también fue sospechosa—, había viajado a Tokio.

En un mensaje televisado a la nación desde la Casa Blanca, Trump dijo que lo ocurrido había sido “un acto de pura maldad”, sin mencionar a Paddock ni hacer referencia al ISIS. “Sé que estamos buscando algún tipo de significad­o en el caos, algún tipo de luz en la oscuridad. Las respuestas no vienen fácilmente”, dijo el mandatario en tono sombrío y anunció que mañana miércoles viajará a Las Vegas para visitar a las víctimas, sus familiares y las fuerzas de seguridad que trabajaron toda la noche en la tragedia.

“Estamos unidos en nuestra tristeza, conmoción y luto”, dijo el presidente en tono sombrío y lentamente, en un corto discurso leído en un teleprompt­er. Trump elogió la labor de las fuerzas de seguridad y evitó hacer referencia alguna a la investigac­ión aún en curso que por ahora descarta los vínculos con alguna organizaci­ón terrorista internacio­nal. Trump luego encabezó con su esposa Melania un minuto de silencio en el jardín de la Casa Blanca, mientras el Congreso lo hacía en el Capitolio.

Paddock estaba alojado desde el jueves 28 en el hotel casino Mandalay Bay, en pleno centro y la avenida más importante de Las Vegas. No fueron ni las llamadas del 911 ni el sonido de las balas lo que alertó a las fuerzas de seguridad sobre el origen de los disparos: fue el humo que se generó

en la habitación del atacante.

Apenas comenzó a disparar, en el cuarto se encendió la alarma antiincend­ios, por lo que el equipo SWAT pudo llegar al sitio en menos de 20 minutos, sin chequear cada uno de los más de 3.300 cuartos del hotel. Ingresaron a la habitación con explosivos, pero Paddock ya se había pegado un tiro, según informó la policía.

En el lugar encontraro­n un pequeño arsenal de 16 pistolas y rifles semiautomá­ticos, algunos con mira telescópic­a y plataforma­s de disparo. Expertos como James Gagliano, agente retirado del FBI, señalaron que cuando un tirador dispara desde un lugar elevado –en este caso el piso 32—“nadie sabe desde donde vienen los disparos”.

“La gente no está entrenada para mirar hacia arriba”, señaló y tampoco tirarse al piso sirve demasiado. Paddock “solo tuvo que apuntar al centro y apretar el gatillo”, señaló James Gagliano.

El hermano del asesino, Eric Paddock, dijo a la prensa que su hermano “no tenía afiliación religiosa, ni afiliación política”, ni tampoco antecedent­es de enfermedad mental, y aseguró que “no era un tipo ávido de (usar) una pistola”.

“Era apenas un tipo normal”, al que le gustaba apostar, afirmó, aunque contó que el padre de ambos estuvo en la lista de los más buscados por robo a bancos en los años 1960.

La masacre de ayer no tardó en abrir el debate sobre la necesidad de endurecer el control de la posesión de armas, algo a lo que el presidente Trump y muchos líderes republican­os se oponen fervientem­ente. La Casa Blanca consideró “prematuro” iniciar esta discusión.

“Hay un momento y un lugar para el debate político, pero ahora es el momento de unirnos como país”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders.

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AFP Desbandada. Un grupo de jóvenes intenta cubrirse de los disparos de Paddock, en plena avenida de Las Vegas y en medio del recital. El presidente Trump, conmovido por el hecho.
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AFP El espanto. Tres de las víctimas yacen minutos después del tiroteo. El asesino disparó desde unos 350 metros a una multitud de 40.000 personas.

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