Clarín

Todavía se hace política en alpargatas

- Alberto Amato alberamato@gmail.com

No hay nada que hacer: la ciencia política argentina va a tener que estudiar algún día la importanci­a de la alpargata en el desarrollo de nuestras ideas. La aparición de la alpargata como objeto-sentido de la política y como valor de intercambi­o, remonta a 1945, hace setenta y dos años, con el advenimien­to del peronismo y la irrupción del mundo obrero en la vida social del país. El peronismo acuñó la famosa frase “Alpargatas sí, libros no”, de terrible implicanci­a, que en realidad era respuesta a otra frase de similar significad­o lanzada por el mundo universita­rio opuesto a Perón: “No a la dictadura de las alpargatas”.

El tiempo y sus mudanzas terminó por demostrar qué bien le hubiese hecho a las alpargatas rodearse de libros y ni hablar de cuánto hubiesen ganado los libros al confratern­izar con las alpargatas. Pero lo sensato nunca pasa.

Fue una empresa, la Fábrica Argentina de Alpargatas, el símbolo de aquella Argentina pujante que apuntaba al campo y a la industria y que prometía despegar del subdesarro­l- lo incipiente y del atraso.

Hace veintisiet­e años, en la Catamarca convulsion­ada por el asesinato de María Soledad Morales, una chica de 17 años enamorada del hombre equivocado y victimizad­a por lo que se llamó entonces “los hijos del poder”, los periodista­s que cubrían el caso supieron de una práctica habitual en la dinastía de los Saadi, que gobernaba la provincia: antes de cada elección, los punteros del sadismo repartían una zapatilla, acaso una alpargata, a cada seguidor.

La otra la entregaban después de la votación, si el resultado era favorable al candidato, en aquel entonces Ramón Saadi. La historia era tan loca que costaba creerla en aquella tierra donde todo era posible.

Ayer nomás, en Corrientes, el gobernador Ricardo Colombi repartió o hizo repartir alpargatas, esta vez un par, primorosam­ente envueltas en nylon y, adjunta, la boleta electoral de los candidatos que él respalda y apadrina: el radical Gustavo Valdés y Gustavo Canteros, de “Proyecto Corrientes”. Todos en la lista de “Encuentro por Corrientes Eco + Cambiemos”. ¿Cambiemos qué? Otra vez alpargatas y elecciones. Como hace setenta años, la sencilla chancla con la que el gaucho pretendió sustituir la inalcanzab­le bota de potro, vuelve a ser prenda de conquista electoral, símbolo del clientelis­mo político, moneda de la dependenci­a, imagen del atraso y parábola inquietant­e de la frustració­n.

Un par de líneas sobre la alpargata. Vienen de Egipto, como casi todo; de allí la tomaron los romanos y nos la legaron.

En sus orígenes era una lona basta con suela de soga, esparto o yute. Hoy son otra cosa: capellada de hilos de nylon y suela de caucho; con dibujos colores vistosos o flúos y hasta con cintas para ajustar, según el gusto: calzado boutique que le dicen. Enhorabuen­a, la humilde alpargata se ha modernizad­o para ponerse a tono con los tiempos.

Algunos personajes y formas de la política argentina deberían imitarla.

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