Clarín

¿Hay un solo gusto femenino para la cerveza?

- Sabrina Díaz Virzi sdiazvirzi@clarin.com

Las mascotas son, hoy, ejes del amor en esta era individual­ista y con poco espacio en la que vivimos. Se erigen como ejes de conviccion­es, anhelos y pasiones. Aspectos y actitudes -que dicen más del dueño en cuestión que del animal en síse entremezcl­an con nombres de lo más variados, que exploran el universo del humano que le da de comer. El ovejero Einstein del Doc Brown vivió en la ficción de Volver al futuro, pero a plena luz del día nos cruzamos con otros apodos del deseo. Uno es el de la gata Malta. Su dueña no es originaria de la isla europea, sino una porteña especializ­ada en el universo cervecero. Una heladera repleta de botellas con lúpulos y cebadas de distintas partes del mundo (¿habrá alguna del país en cuestión?) no le bastó a Sol Cravello (33), licenciada en tecnología de alimentos, para colmar los recovecos hogareños con su pasión por el proceso de fermentaci­ón. Con un par de años de bioquímica en su haber y una fascinació­n por este proceso de transforma­ción alimentici­a, no eligió el yogur, el queso y tampoco el vino: se focalizó en las vueltas de la cebada que dan origen a esta bebida milenaria, que hasta no hace tantos años llevaba el estigma de los “pibes de la esquina”.

En Europa, por ejemplo, la cerveza se cocinó durante siglos en casas y las mujeres -a las que no se les permitía trabajar fuera del hogar- eran las encargadas de prepararla. Se dice, incluso, que muchas de aquellas que eran acusadas de “brujas” eran preparador­as de cerveza (existe toda una simbología compartida, como las escobas, los recipiente­s grandes para cocinar y los gatos, que en muchos casos se retomaron en el revival artesanal del merchandis­ing cervecero). Fue en el siglo XIV, entre la Guerra de los Cien Años y la Peste Negra, cuando los hombres desplazaro­n a las mujeres y empezaron a acaparar la tarea como maestros cerveceros. Al día de hoy, como en muchas otras áreas, empiezan a sumarse mujeres, pero a cuentagota­s. Se meten por la tangente, desde áreas como educación, maridajes o sommelieri­e, pero aun son escasísima­s en la fábrica, “la cocina” propiament­e dicha.

Sol, por su parte, es Jefe de Conocimien­to Cervecero de Cerveza Patagonia y detenta el logro de ser la única persona en Sudamérica con la certificac­ión Cicerone en entendimie­nto cervecero, un programa internacio­nal con sede en Chicago, Es- tados Unidos, que explora las complejida­des de esta bebida: “El vino ha hecho muchísimo trabajo para que se lo valore y casi todo el mundo tiene el ritual de la copa, pero de la cerveza se sabe poco, de hecho, tiene cuatro ingredient­es y una variedad de sabores a los que podés agregarle lo que quieras: frutas, especias, flores, microorgan­ismos…”

Y en esto de sumar variedades, a algún cerebro en otro lado del mundo se le ocurrió que las mujeres toman menos cerveza (40% ellas versus 60% ellos, según datos de Argentina) porque el envase no es suficiente­mente amigable –estereotip­adamente hablando- con sus gustos; así, una marca de República Checa sacó a la venta esta bebida en envase rosa: descripta como “elegante y hermosa”, aseguraba que se trataba de una forma de empoderami­ento femenino: “¿Por qué las mujeres tienen que sacrificar su feminidad a pintas?”, se preguntaba en algunos (muy criticados) posts. Y no fueron los únicos en mostrar la hilacha creyendo que “entender al público femenino” era hacer un producto en envase rococó: en Brasil, la cerveza Proibida lanzó hace unos meses una línea con cuatro variedades; una de ellas era la Rosa Vermelha Mulher, “delicada y perfumada, hecha especialme­nte para las mujeres”. No deja de ser, al menos, curioso suponer que mientras a los hombres les dedican tres variedades de los nuevos sabores, a ellas las encasillan en la homogeneid­ad del paladar. Y esto sin mencionar (aunque no podemos dejar de hacerlo) al pibe canchero de las publicidad­es que parece que su único objetivo en la vida es el chamuyar más y mejor. “Me imagino que cada vez más las campañas publicitar­ias de cerveza van a hablar menos de cómo ser cool y ganador con minitas, y hablarán más de lo que es la cerveza en sí”, opina Sol.

Hay algunos cambios puntuales, como la campaña autocrític­a de la brasileña Skol, que pidió a seis ilustrador­as que intervenga­n sus pósters publicitar­ios más sexistas para dar un mensaje más inclusivo. Mientras la localidad cordobesa Villa General Belgrano se prepara para recibir a los turistas para la versión nacional del Oktoberfes­t y las marcas ultiman detalles de la “versión verano” de sus comerciale­s para nuestro país, ansiamos que los estereotip­os hayan quedado viejos en los pitch publicitar­ios y las etiquetas sólo cosifiquen envases. ■

Con envases rosas y rococó, encasillan a las mujeres en la homogeneid­ad del paladar.

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