Pese a la masacre, Trump descarta debatir por ahora sobre el control de armas
Polémico. “Hablaremos de leyes sobre armas con el paso del tiempo”, dijo el mandatario. Fuerte reclamo demócrata.
La conmoción que causó en la sociedad estadounidense la matanza de Las Vegas reabrió el debate sobre la necesidad de endurecer el control de armas, algo que el presidente Donald Trump descartó de plano con una frase que a muchos les sonó indolente: “Hablaremos de leyes sobre armas con el paso del tiempo”.
La masacre del domingo, la más letal en la historia reciente de Estados Unidos, tuvo como elemento central el hecho de que el autor, Stephen Paddock, era un hombre que acumulaba medio centenar de armas -la gran mayoría de guerra-, hecho facilitado por la legislación que rige en el país.
La vocera de la Casa Banca, Sarah Sanders, fue más allá y sostuvo que no era el momento para el debate político sobre el tema del control de armas. “El presidente ha dejado claro que es un defensor de la Segunda Enmienda”, señaló, en referencia a la norma que protege el derecho del pueblo estadounidense a poseer y portar armas.
Desde la campaña presidencial Trump abrazó a la comunidad armamentista. Conociendo a sus votantes, en varias ocasiones enarboló la segunda enmienda como atributo fundamental de la sociedad estadounidense. Inclusive utilizó el temor de que Hillary Clinton eliminara este supuesto logro.
En abril pasado el propio presidente llegó a decir que la polémica Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), organización que hace permanente lobby para evitar cualquier restricción, tiene “un verdadero amigo en la Casa Blanca”.
Otro hecho que ayer también sonó irónico fue el del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, quien en medio de la conmoción generada por la matanza en Las Vegas decidió postergar el debate sobre un proyecto de ley que facilitaría la compra de silenciadores para armas de fuego. Muchos opositores señalaron que era una actitud banal ya que el problema real pasaba por las facilidades para acumular armas de guerra.
En respuesta, la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, le envió una carta a Ryan para pedirle crear una comisión integrada por ambos partidos con el fin de tratar el tema.
El senador demócrata Chris Mur- phy, de Connecticut, donde en diciembre de 2012 tuvo lugar la matanza de la escuela de Sandy Hook en Newtown, donde murieron 20 niños, fue categórico: “Es sencillamente exasperante que mis colegas en el Congreso tengan tanto miedo a la industria de las armas que pretendan que no hay ninguna solución política a esta epidemia”.
A pesar de que los conservadores republicanos suelen apoyar la portación de armas como una tradición norteamericana, la realidad es que un porcentaje de los votantes de ambos partidos sí aprueban ciertas restricciones. La opinión pública, sin embargo, fue insuficiente para que éstas se conviertan en legislación.
De acuerdo a un estudio del Pew Research Center, el 80% de los votantes demócratas apoya la propuesta de prohibir la venta libre de rifles de asalto, mientras que sólo el 54% de los votantes republicanos están de acuerdo con esta restricción.
Se calcula que cada año en mueren en Estados Unidos 33.880 personas por disparos de armas de fuego, lo que equivale a un promedio de 93 víctimas al día. ■