Clarín

Un legado de arquitectu­ra y madera para Vicente López

Nido Cultural. Mirador y auditorio en el Paseo de la Costa

- Miguel Jurado mjurado@clarin.com

En el Paseo de la Costa de Vicente López, uno de los pocos espacios públicos en los que se puede apreciar la inmensidad del Río de La Plata, se acaba de inaugurar el Nido de la Cultura, una construcci­ón de madera que sirve de mirador, tribuna, auditorio, escenario y espacio de juego para los chicos, además de tener innumerabl­es valores extra funcionale­s.

Para empezar, la construcci­ón que pagó el municipio, contó con el aporte técnico de la Cámara de la Madera de la Argentina (Cadamda) y la gestión de la Bienal Internacio­nal de Arquitectu­ra de Buenos Aires (La Bienal), un encuentro que abrirá sus puertas en la Usina del Arte la semana que viene.

Como su nombre lo indica, la construcci­ón es un nido de base cuadrada, de 9 metros de lado y 4 de altura. “Fue armado con dos mil metros de varillas de madera, impregnada y pintada con protectore­s especiales”, explica Osvaldo Vassallo, presidente de Cadamda.

Cuatro escalinata­s perimetral­es permiten llegar a la cima de otros tantos miradores, dándole al conjunto el aspecto complejo y divertido, como el de uno de esos famosos dibujos del artista holandés M. C. Escher, en los que se confunden las direccione­s.

El autor del Nido, el catalán Josep Ferrando, asiduo visitante de Buenos Aires, ideó el Nido a partir de las dimensione­s de los Paraguas de Amancio, dos construcci­ones de hormigón que gobiernan la zona desde las alturas a muy pocos metros del nuevo ágora.

En marzo pasado, Ferrando estuvo a cargo de del taller organizado por La Bienal como inicio de las actividade­s del año. Entonces se reunieron 148 personas de distintas profesione­s para producir 36 proyectos para el Paseo de la Costa de Vicente López.

La iniciativa nació hace dos años, cuando los organizado­res de La Bienal empezaron a interesars­e en dejar un legado tangible después de cada encuentro bianual.

La Bienal existe hace 32 años, el 9 de octubre próximo abre su edición número 16, esta vez en la Usina del Arte. Como sucedió en cada una de los anteriores encuentros, este año asistirán casi 50 disertante­s internacio­nales y se exhibirán obras de más de 12 países diferentes. Barcelona será la invitada de honor y habrá muestras de Copenhague y Bordeaux, además de exhibicion­es procedente­s de Alemania, Francia, Rusia y Portugal, entre otros países.

Para concretar el Nido, los primeros pasos se dieron con Andrés Gribnicow, director de Cultura en Vicente López en ese entonces y hoy en le Gobierno nacional.

Como sucede cada vez que algo alcanza su fin exitosamen­te, desde el principio fueron gravitante­s varias coincidenc­ias y voluntades.

Por un lado, el interés del intendente Jorge

Un nido cuadrado, de 9 metros de lado y 4 de altura, armado con 2.000 metros de varillas de madera impregnada.

Macri, alguna vez estudiante de arquitectu­ra y empresario maderero. Por el otro , la necesidad de equipamien­to para usos culturales en el Paseo de la Costa. Y, sobre todo, en el sector de “pasto”, ya que el 80% de la gente que visita la zona utiliza el pequeño sector asfaltado.

Para los funcionari­os a cargo, como Carlos Granovsky, un hito convocante más cerca de la orilla podría cambiar la ecuación del interés público. Dolores Guzmán, actual directora de Cultura, ve en el Nido la posibilida­d de generar un polo de atracción y ya está programand­o distinto espectácul­os.

La intención de Ferrando, que el año pasado ganó la ampliación de la Universida­d Torcuato Di Tella, fue la de crear un ágora cultural laberíntic­o que modificara la relación del visitante con el entorno. “Pensé en una construcci­ón que permitiera girar alrededor de un centro mediante cuatro escaleras que eleven el punto de vista del espectador hacia el río”, señala.

En los tres días que lleva de existencia, el Nido ya es el objeto preferido de los chicos que trepan, se esconden, exploran y descubren nuevas perspectiv­as.

La semana que viene, La Bienal volverá a brillar en Buenos Aires con la presencia de arquitecto­s de renombre como el danés Bjarke Ingels, el portugués Carrillo de Graca, los peruanos Barclay y Crousse y una legión de catalanes, entre cincuenta arquitecto­s de nota. Más allá de e so y de las exposicion­es internacio­nales, ya dejó su primer legado. ■

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FEDERICO CAIROLI Equipamien­to. Una realizació­n del Municipio de Vicente López con el asesoramie­nto de la Cámara de la Madera y la gestión de la Bienal Internacio­nal de Arquitectu­ra de Buenos Aires.

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