Clarín

La 12 jugó de local, pero la Bombonera no fue solución

Coparon la segunda bandeja y ovacionaro­n primero a Benedetto, aunque luego le dieron la bienvenida a Messi.

- Nahuel Lanzillott­a nlanzillot­ta@clarin.com

Y finalmente la Bombonera cambió el azul y oro por el celeste y blanco, al menos por un ratito. Tanto se habló, se discutió, se polemizó sobre el cambio de escenario para el partido de anoche que la cancha fue un actor más que no pasó desapercib­ido en el contexto de un duelo clave. Hubo efervescen­cia, aliento, cotillón y también descaro. Porque más allá del marco colorido que presenta la atmósfera en la previa como una fies- ta, resulta que la barra brava de Boca, tal como se sospechaba, copóel corazón de la segunda bandeja de la popular local. Bien por los muchachos que estuvieron rápidos para comprar las entradas que apenas duraron 23 minutos a la venta en Ticketek...

Al cabo, eso fue lo que se buscó esencialme­nte al elegir a La Boca como el lugar para disputar este encuentro: que la cancha también juegue. Y para que eso ocurriera, alguien pensó que La 12 debía ser protagonis­ta de la noche, más allá del fútbol. Hasta Rafael Di Zeo y Mauro Martín, los líderes del tablón xeneize que tienen derecho de admisión aplicado por las fuerzas de seguridad, estuvieron merodeando la zona. Los responsabl­es de Tribuna Segura aseguran que los cabezas de la barra no entraron al estadio. Fueron controlada­s 32.763 personas y se les vedó el acceso a la cancha sólo a 12 espectador­es.

A Di Zeo se lo vio por Arzobispo Espinosa y Almirante Brown y hasta un video casero lo mostró muy cerca del estadio. Martín anduvo por la calle Brandsen. Más allá de eso, La 12 se movió como en su casa. Sus integrante­s entraron tranquilos por la puerta 14 y una vez acomodados sobre los paraavalan­chas como si fuera un fin de semana cualquiera desplegaro­n toda su parafernal­ia tribunera y todos sus ritos. Tirantes albicelest­es, sombrillas con la insignia “12”, globos y hasta una bandera de bienvenida para Messi. A su alrededor todos estaban sentados, tal como disponen las reglas de la FIFA. Los barras eran los únicos parados arriba de los parantes, muchos de ellos no se preocuparo­n ni en cambiar de atuendo y se pusieron la camiseta de Boca.

Antes de arengar al mejor jugador del mundo, desde el centro de esa tribuna se escuchó el “Olé, Olé, Olé / Pipa, Pipa”, para Dario Benedetto, el mimado del contorno, el 9 del equipo de Guillermo Barros Schelotto. Después sí hubo fervor por La Pulga, con una ovación unánime incluida.

“Esta noche / alientan los bosteros”, se cantó. Y al rato sonó un cortito pero efusivo “Dale Boca dale”. Todo eso antes del partido. En la salida de la Selección a la cancha, la Bombonera vibró. Y durante los 90 minutos desde atrás del arco que da a Casa Amarilla hubo bombos full time, al cabo para eso estuvieron allí.

En cualquier caso, tras el grito final de “Argentina / Argentina”, los que se ubicaron en la popular de La 12 volvieron al repertorio frecuente. Al de las canciones de Boca. Como si la situación del selecciona­do no fuera tan grave...

De todos modos, quedó claro: el problema no era y no es el escenario. La Bombonera no le ofreció soluciones a la Selección. Porque allí no estaba la dificultad. ■

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MARIO QUINTEROS Postal. Bombonera cuando ingresaron los equipos.

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