Clarín

Abucheos y aplausos a policías españoles enviados a Cataluña

La grieta. En el balneario de Pineda del Mar, hay quienes respaldan su tarea de seguridad. Otros independen­tistas los rechazan y no quieren verlos en la región.

- Marina Artusa martusa@clarin.com

Bien plantados en medio de la calle, de brazos cruzados y piernas separadas, un cordón de oficiales de la Policía Nacional recibe, al mismo tiempo, aplausos y abucheos. Son parte de los más de cinco mil policías y guardias civiles que el gobierno español desplazó a Cataluña por el referéndum del 1-O que la Generalita­t llevó adelante desobedeci­endo el impediment­o impuesto por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.

Aquí, en Pineda de Mar, un balneario de 26.000 habitantes que desde el domingo vive alterado, unos 400 policías se alojaron en los hoteles del balneario que ya conoció la guerra civil en el siglo XV, cuando los partidario­s de Juan II se enfrentaro­n a la Generalita­t. Sobre el Carrer Roig i Jalpi, el hotel Mont Palau, de tres estrellas, se ha convertido en terreno vidrioso entre quienes respaldan el accionar de los oficiales durante el referéndum -que incluyó episodios de violencia contra la gente que había ocupado los colegios electorale­s para impedir que la policía se llevara las urnas y las boletas- y los independen­tistas de Pineda que no quieren esta cuestionad­a presencia policial en su pueblo.

El presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont, que el miércoles a la noche dio un mensaje en el que pidió mediación y aseguró que paz, diálogo y acuerdo “forman parte de la cultura política de nuestro pueblo”, ya había solicitado que la policía nacional española se retirara de su región, luego de los episodios violentos ocurridos durante el polémico referéndum.

En principio, los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional trasladado­s a Cataluña para el referéndum del domingo 1 de octubre debían permanecer aquí hasta hoy. Pero ante la inquietant­e efervescen­cia que se vive en Cataluña, el Ministerio del Interior ha decidido prolongar la pre- sencia policial hasta el 11 de octubre. Ayer, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido visitó uno de los cruceros estacionad­os en el puerto de Barcelona y desayunó con los agentes de Guardia Civil y Policía Nacional. Ante la posibilida­d de que deban permanecer por tiempo indetermin­ado, el Ministerio de Defensa envió catres, cocinas y duchas como apoyo logístico a la policía.

“Para el atentado (del 17 de agosto en Barcelona) sí que los llamaron los policías nacionales -dice Montse Oms, de 45 años-. Los Mossos ya no tienen autoridad. No siento que me cuiden.” Y agrega: “No saben dónde nos han metido los políticos de uno y otro lado. Es un problema muy grande. Nos han dejado solos. Lamento que por culpa del capricho pueril de los políticos, gente que nos queríamos ahora nos odiamos. ¿Por qué tengo que escuchar que a mis hijos de 4 años les digan ‘engendros de españoles de mierda’?”.

“A mí sí me cuidan los Mossos -dice el argentino Jorge Savi, de 35 años y familia catalana, que vive en Pineda desde 2005-. A estos policías, el gobierno de España los dejó solos y la Generalita­t pidió a los Mossos que proteja a la Policía Nacional. El gobierno dividió a la sociedad española.” El alcalde de Pineda de Mar, Xavier Amor i Martín, aseguró que no echaron a los policías sino que se solicitó que cumplieran con el plazo inicial, que preveía que se quedarían hasta ayer al mediodía.

“Soy, ante todo, española. Estos muchachos han defendido nuestra patria y nuestro pueblo y han sido humillados, pisoteados -dice María Rodríguez, de 65 años-. Si ganan los catalanes, yo me cruzo la frontera y me largo.” El lunes por la noche, cientos de simpatizan­tes de la independen­cia de Cataluña escracharo­n a los policías en la puerta del Mont Palau, que queda a 650 metros del mar. Los agentes respondían gritando “Viva España” y “¡Qué nos dejen actuar!”.

Ya en Calella, una comuna a 4,5 kilómetros de Pineda de Mar, la presión vecinal hizo que unos 150 guardias civiles fueran desplazado­s de los hoteles del pueblo al Cuartel General Alvarez de Castro de Sant Climent Sescebes, en Girona, donde los oficiales se quejan de las condicione­s precarias en las que viven.

Unos quince Mossos d’Esquadra, la policía de Cataluña cuestionad­a por los sectores españolist­as por su no intervenci­ón en el intento de impedir el referéndum del 1-O, protegían ayer el operativo destierro de los oficiales de la Policía Nacional. Y mientras algunos cargaban equipajes y botellas de agua mineral en las combis, otros se acercaban a saludar a los empleados del hotel y a los Mossos. Hubo abrazos, palmadas y hasta intercambi­o de escudos entre policías nacionales y Mossos.

Como si partieran al frente de batalla, unas cien personas les daban ánimo: “¡Viva nuestra policía!”, “¡No estáis solos!”, “¡Viva la unidad nacional!”, “¡España unida jamás será vencida!”. Ellos pasaban, con las puertas de las combis abiertas, filmando con sus celulares, agitando banderas españolas o saludando: con el puño en alto y haciendo la V de la victoria. ■

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REUTERS Apoyo. Catalanes saludan a policías nacionales cuando parten de su hotel en Pineda del Mar.

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