Revancha de amor: se divorciaron hace 30 años y ahora volvieron a dar el sí
Susana y Juan ya se habían casado hace 42 años. Tuvieron 3 hijos y se separaron. Pero la vida los juntó otra vez.
Susana y Juan se agarran bien fuerte las manos. Intentan disfrutar, pero están tensos, nerviosos. Ya pasaron por ese mismo momento hace 42 años, cuando eran muy jóvenes, pero el cosquilleo de volver a dar el “sí” los paraliza al quedar cara a cara con con la jueza del registro civil. Hace 30 años que están divorciados. Sus caminos se dividieron y los dos forjaron otras relaciones sentimentales. Pero el amor, dicen ellos, “volvió con mucha fuerza”. “¿Y si nos volvemos a casar?”, se preguntaron hace unos meses.
Para Susana, Juan es “el hombre más bueno que conoció en su vida”. Se enamoró de él a mediados de los 70, cuando cuidaba un familiar suyo. Ella tenía 17 años, recién empezaba a descubrir el mundo. El, con 19, parecía “todo un señor”. Se casaron al poco tiempo del primer beso.
El enlace fue muy austero. Se tomaron un colectivo en un esquina de la zona sur de Rosario para llegar hasta la localidad vecina de Alvear. No hubo fiesta, ni anillos, ni fotos. Había pocos pesos en los bolsillos.
Después llegaron los hijos, Mauro, Yanina y Juan Pablo. Pero la relación se enfrió entre tanta rutina. Juan conoció a alguien en el trabajo y no dudó en decirle a Susana que no quería seguir, que quería divorciarse. Firmaron los papeles (era el año 1987), pero acordaron mantener el contacto “por el bien de los chicos”.
Mauro, el mayor, tiene grabado entre sus recuerdos ese momento. “Yo había empezado la secundaria. Nos sentaron en la mesa y nos dijeron que se había acabado el amor. Fue duro para nosotros”, recuerda. Cada uno, entonces, siguió su camino. Ambos restablecieron sus vidas sentimentales. Pero la “conexión”, dicen ahora, cruzando la barrera de los 60, nunca se perdió.
A tal punto, que Juan cometió un lapsus de película el día que le pre-
“Tropecé dos veces con la misma piedra, pero vale la pena, no tengo dudas”, dice Susana.
sentó a una novia. “Ella es Susana, mi señora”, dijo.
“La relación de ellos siempre fue muy especial, muy compinche. Estando separados hasta se prestaron plata en momentos de dificultades económicas. Siempre se ayudaron”, cuenta Mauro.
Con el tiempo ella enviudó y él volvió a separarse. Juan le pidió un lugar para vivir a su hijo menor, pero una desgracia truncó ese plan. Un incendio consumió parte de la vivienda a los pocos días de haberse instalado. “Perdió todo, la ropa, los documen- tos. Entonces mi hijo me dijo que si no lo dejaba que fuera a vivir conmigo. Y yo accedí”, explica Susana.
El año pasado, en medio de la convivencia, se animaron a recomponer la relación amorosa. “La familia jugó un papel clave para volver a enamorarnos. Nos encontramos disfrutando otra vez de un asado todos juntos. Eso es impagable a esta altura de la vida”, le dice Juan a Clarín. La mesa familiar tiene hoy diez nietos y tres bisnietos.
En julio, en el cumpleaños de Mauro, Susana y Juan golpearon las copas y pidieron silencio para decir unas palabras. “Nos dijeron que se iban a volver a casar, que querían formalizar el vínculo nuevamente. No lo podíamos creer. Fue el mejor regalo”, admite el muchacho.
El viernes pasado, al mediodía, en un registro civil de Rosario, la pareja volvió a dar el “sí”. Se vistieron de gala, compraron unas hermosas alianzas y contrataron un fotógrafo para que inmortalice cada momento. El festejo siguió a la noche en un salón, con más de 150 invitados.
“Sí, ya sé, tropecé dos veces exactamente con la misma piedra, pero vale la pena, no tengo dudas”, resume, entre risas, Susana. ■