Clarín

Lucía Montenegro

Alumna cordobesa

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Pura voluntad

Vive en un aislado paraje cordobés, sin electricid­ad ni agua corriente. Ayuda a su familia y no falta nunca al colegio de Traslasier­ra, que está a 7 km. Llega a caballo o caminando. Y Lucía es ciega.

Lucía Montenegro tiene 12 años y todos los días recorre –un rato a caballo, un rato a pie– siete kilómetros desde su casa, ubicada en un aislado paraje al sur del valle de Traslasier­ra, hasta el Instituto Provincial de Enseñanza Media (IPEM) 137, de la comuna cordobesa de La Paz, donde estudia. Hasta allí, otra historia de tantas que ocurren en las escuelas del interior del país. Pero la suya es especial: Lucía es ciega de nacimiento y, pese a todos los contratiem­pos con los que se encuentra, nunca falta.

Cada mañana, llueva, nieve o truene, con cualquier temperatur­a, Lucía cabalga una hora por las sierras junto a su hermano Víctor (17) y su primo Emanuel (15). Los tres dejan a sus caballos en el paraje Loma Bola y caminan 30 minutos más hasta la escuela. Regresan a su casa a las 18, muchas veces cuando ya es de noche.

En su casa del paraje Altos de Corralito Lucía vive con su madre, Carmen (37), con Víctor y una hermanita de 3 años. Emanuel, su abuela y su tío viven cerca. Hasta hace sólo unos años las viviendas eran ranchos, que luego fueron reemplazad­as por casas por un plan oficial. En ninguna de las dos hay electricid­ad: cocinan con fuego y toman agua de un arroyo. “Menos vacas, tenemos todo tipo de animales”, le dijo Víctor al diario La Voz.

Pese a sus limitacion­es, Lucía colabora juntando leña, levantando los huevos de las gallinas y preparando la comida. Y dicen que nunca le costó moverse por el irregular terreno de la montaña. “Es una chica súper simpática, muy responsabl­e, participat­iva. Se comunica muchísimo con todos”, le dijo a Clarín Patricia Machuca, vicedirect­ora del colegio, que tiene 250 alumnos, en dos turnos. Lucía está integrada a sus compañeros. Sus amigas la acompañan al baño y la ayudan en el comedor.

“Desde pequeña aprendió el Braille, el sistema de lectura para no videntes, pero recién desde el año pasado tiene una máquina que le trajo el Gobierno y lo está afianzando. Le ayudan mucho su inteligenc­ia y su voluntad. Es tímida pero tiene buen humor, pone mucho de sí y va siempre para adelante”, contó Leonel Toledo, el profesor de ciegos que la acompaña todos los días, quien junto a las autoridade­s del colegio piden la donación de un cuatricicl­o para que Lucía, su hermano y su primo puedan llegar más rápido y fácil a la escuela. Fuentes del gobierno de Córdoba le dijeron a Clarín que Desarrollo Social de la provincia evaluará qué necesidade­s tienen Lucía y su escuela y buscarán dar una mano.

“La materia que más me gusta es hora libre”, bromea la nena. Luego admite que le gusta Lengua y que le encantan las milanesas, las peras y la cumbia. ¿Cuando sea grande? “Me gustaría trabajar en algo”. ■

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LA VOZ Pura vida. Con sol o lluvia, Lucía Montenegro va a caballo a su escuela de Traslasier­ra todos los días.
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Con sus maestros. Dicen que Lucía “es una chica súper simpática, muy responsabl­e, participat­iva”.

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