Clarín

Dudas sobre si las embajadas podrían ser “premio consuelo”

- Natasha Niebiekikw­iatz natashan@clarin.com

A casi dos años de haber asumido y pese a su intensa agenda internacio­nal, el Gobierno de Cambiemos mantiene embajadas centrales para el país sin jefatura oficial, tal el caso de las sedes diplomátic­as en los Estados Unidos, Francia, Canadá y Paraguay. La pregunta más frecuente que se escucha hoy en los círculos políticos y empresario­s es si Mauricio Macri conserva los nombramien­tos para después de los comicios legislativ­os de octubre.

Las versiones, que surgen de los propios despachos oficiales, se basan en la tradiciona­l práctica de los gobiernos por la que utilizan a las embajadas como premios consuelo, ya veces como destierro político.

Las fallidas experienci­as con Martín Lousteau en Washington y Miguel del Sel en Panamá -ambas decididas por el propio Macri- no dejan de funcionar como alertas de que no siempre esos nombramien­tos son la mejor vía para mantener a distancia un problema o premiar a un aliado sin des- tino.

Hoy, los embajadore­s políticos -los que no son de carrera- están en la mitad del límite de los 25 que le permite la ley cuando en el pasado lo sobrepasab­a y generaba las protestas de la Asociación del Personal del Servicio Exterior de la Nación (APSEN), el gremio de los diplomátic­os.

Su titular, Eduardo Mallea, dio recienteme­nte un discurso por el Día del Diplomátic­o que reflejó un alto grado de satisfacci­ón por la marcha interna del Palacio San Martín. Mallea, sin embargo, buscó dejar en claro ante las recientes modificaci­ones de la ley de ministerio­s que "la Cancillerí­a argentina asumió, hace más de 25 años, funciones de negociació­n económica y promoción comercial", según señaló.

Mallea además dijo que a partir de allí, dicho Ministerio continuó con la realizació­n de Ferias y Misiones hasta el reciente pase de éstas funciones al Ministerio de Producción, a través de la creación de la Agencia Argentina de Inversione­s y Comercio Internacio­nal.

En ese tren de preocupaci­ones, por la rivalidad latente con el ministerio de Producción -que puede afectar la tarea de cientos de especialis­tas-, los diplomátic­os recibieron como un gesto positivo de Macri que eligiera a Jorge Faurie canciller y a Daniel Raimondi como vicecancil­ler -ambos diplomátic­os de carrera-. Una fórmula inédita en dicho ministerio.

Al momento, hay nombres de embajadore­s sobre la mesa, pero ningu- no se concreta. El del radical Mario Barletta para Uruguay -de donde Guillermo Montenegro sigue sin renunciar mientras sigue en la competenci­a para ser diputado- y el del hasta ahora cónsul general en Frankfurt, Edgardo Malaroda (de carrera) elegido para la jefatura de la embajada que tiene sede en Berlín, un puesto central para Macri hoy y de donde sacaron inesperada y prematuram­ente a Luis Kreckler, para mandarlo sin anestesia a la embajada en Suiza.

Por otro lado, Clarín supo que hubo fuertes presiones de la dirigencia judía local para que uno de sus hombres fuera a la embajada en Tel Aviv en reemplazo de Carlos García -ya vencido en tiempo.

Hoy hay al menos cinco embajadore­s senior de origen judío, uno de ellos descendien­te de sobrevivie­ntes del Holocausto. Pero el origen o religión de un funcionari­o no sería motivo de una designació­n. w

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