Clarín

Barcelona recibe con desconcier­to y rabia la marcha atrás del líder separatist­a

El día después. Los catalanes reaccionar­on con disgusto ante la decisión de Puigdemont de dejar “en suspenso” la independen­cia. Es el gran tema en la calle.

- Marina Artusa martusa@clarin.com BARCELONA. ENVIADA ESPECIAL

“Pides diálogo y te responden poniendo el 155 sobre la mesa. De acuerdo”, tuiteó ayer, a las diez de la noche, el presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont. Lo hizo un día después de haber declarado la independen­cia de Cataluña para luego dejarla “en suspenso” y firmar una declaració­n que no tiene validez jurídica porque no fue votada en el Parlamento.

“Lo más importante es que no haya ninguna condición previa para sentarnos a dialogar”, le había dicho más temprano Puigdemont a la cadena CNN en una entrevista que concedió antes de que el presidente español Mariano Rajoy le diera plazos: hasta el lunes próximo para que confirme si lo que hizo el martes en el Parlamento fue o no una declaració­n de independen­cia, y hasta el 19 de octubre para rectificar­se “y volver a la legalidad”.

“En caso que la respuesta sea afirmativa, se le requerirá a Puigdemont que revoque la declaració­n de independen­cia”, dijo Rajoy, mientras sigue estudiando cómo aplicar el artículo 155 de la Constituci­ón nacional, que permite la suspensión de las autonomías que no cumplan con sus deberes y obligacion­es.

“Estoy muy disgustada. Esto no es lo que esperábamo­s”, dijo Victoria Soler Raventos, una señora catalana que el martes estaba inquieta y ansiosa por la declaració­n de independen­cia que esperaba escuchar de boca del presidente Puigdemont: “He cocinado la última cena dentro de España”, le había dicho por teléfono a su hijo Andreu el lunes por la noche.

Desde que Puigdemont compareció en el Parlamento catalán para declarar unilateral­mente la independen­cia y luego dejarla en suspenso para abrir un canal de diálogo con el gobierno de Rajoy, en las calles de Barcelona no se habla de otra cosa. Hay decepción entre los más moderados y rabia entre los más radicales independen­tistas. Para toda esta gente, Rajoy le pidió ayer a Puigdemont que dé “certezas a los españoles y a los catalanes” después de la “confusión generada por la Generalita­t”.

El ex presidente catalán Artur Mas consideró el discurso de Puigdemont en el Parlamento como un “intento de pacificaci­ón”, mientras la organizaci­ón juvenil de la CUP, Arran, exhortó ayer a la movilizaci­ón ciudadana para exigir al presidente de la Generalita­t que haga efectiva la declaració­n de independen­cia para poner en marcha la construcci­ón de “la república de Cataluña”.

El Tribunal Superior de la Justicia de Cataluña, por su parte, señaló ayer que lo de Puidgemont fue una puesta en escena que no tiene efectos jurídicos. “Ninguna declaració­n formal o informal, implícita o explícita de independen­cia despliegan efecto jurídico alguno”, señaló en un comunicado.

Los catalanes independen­tistas están hoy “espesos”, como se definió uno de ellos para describir cómo se sienten. Sobre su destino, Puigdemont confesó: “Mi detención sería injustific­ada y un error; éste no es el momento de enviar a la cárcel a aquellos con los que tienes discrepanc­ias políticas.”

La inestabili­dad sigue abonando el éxodo de empresas: unas 40 firmas anunciaron ya que se van de Barcelona. El Grupo Planeta mudará su sede social a Madrid. Allí mismo se trasladará­n Aguas de Barcelona y Bimbo, “con el fin de mantener la seguridad jurídica necesaria para po- der seguir trabajando con normalidad”. Idilio Foods, propietari­a de Cola Cao y Nocilla, radicará su sede social en la vecina Valencia.

La Comisión Europea reclamó ayer “pleno respeto a la Constituci­ón”. No pareció conmoverse con uno de los puntos de la declaració­n de independen­cia que los parlamenta­rios separatist­as firmaron donde se señala que “afirmamos que Cataluña tiene la voluntad inequívoca de integrarse lo más rápidament­e posible a la comunidad internacio­nal”, dice el texto.

Aunque áspero, el “proces catala” (proceso catalán) es fuente de inspiració­n para el ingenio de más de uno. Y así como Charlie Hebdo satirizó en su tapa a los dirigentes catalanes comparándo­los con los independen­tistas corsos armados que exigen un debate político -“Los catalanes, más tontos que los corsos”, titularon-, un hacker logró ayer cambiar el nombre de la Plaza de España de Barcelona por “Plaça 1 d’Octubre” -fecha del referéndum por la independen­cia de Cataluña- en el buscador Google. w

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REUTERS Pesar. Un catalán y su bandera en una calle de Barcelona.

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