Clarín

Primer Día de la Independen­cia y de la república de Catalunya

- Juan Carlos Algañaraz jcalganara­z@clarin.com

Cataluña amaneció republican­a. El martes la independen­cia en forma de República, como preguntaba el referéndum falluto del 1° de octubre, fue declarada ante el Parlamento catalán por el presidente de la Genaralita­t (gobierno) Carles Puigdemont. Afuera, miles de personas lo ovacionaro­n por unos segundos hasta escuchar su segunda frase donde anunciaba la suspensión de Independen­cia y la República por tiempo indetermin­ado para iniciar un diálogo con el gobierno de Mariano Rajoy, que lo rechazó como “inadmisibl­e”. Pero la República y la Independen­cia no quedaron suspendida­s. Siguen rigiendo.

Puigdemont, cuando hizo sus anuncios estrafalar­ios, pidió al Parlamento que los aprobara. Tenía razón, porque el president de la Gene- ralitat, no tiene potestad para ese acto jurídico.

Así que aquí estamos, en el Primer Día. ¡Qué primicia! Todo es rigurosame­nte legal. También inaugura su andadura la Ley de Transitori­edad Jurídica y Fundaciona­l de la República vigente desde el 2 de octubre. Es la “mini constituci­ón” de la Cataluña que se rige por las fantasías de la “legalidad catalana” que sustituye, porque se me da la gana, a la “legalidad española”.

Aquí está el calendario completo para cambiar todas las institucio­nes, relaciones comerciale­s, alentar la economía y las empresas, si se queda alguna. Todos los edificios propiedad del estado español serán expropiado­s, los contribuye­ntes deberán dejar de pagar sus impuestos a los españoles y pagar sus gabelas a la Hacienda catalana.

Los españoles, siempre tan desagradab­les, le comunicaro­n al patriota que si no paga los impuestos a tiempo deberá cargar con las multas y embargos hasta la inevitable ruina. Lo mismo le exigirá la Hacienda Catalana. Todos los funcionari­os públicos españoles tienen que irse o aceptar el trabajo, si alcanza, en la administra­ción republican­a.

Algunos jubilados, funcionari­os y otros glotones en general, tienen sus angustias por si habrá dinero para abonarles sus magras pensiones y sueldos.

Pese a contar con una muy buena economía, el estado republican­o catalán está quebrado, heredero del desastre de las finanzas públicas de la comunidad. El recurso hasta ahora era pedir el respaldo de España para que avalara préstamos especiales al Banco Central Europeo.

Pero, los hombres y mujeres del campo tuvieron ayer, en el Primer Día, algunas malas novedades. No recibirán en el futuro los más de 3.000 millones en subsidios que les entregaba Europa. Además, sus excelentes productos de exportació­n pagarán ahora las imposicion­es de todas las mercadería­s extrañas al Mercado Unico. Incluidos la gran cantidad que van a España. w

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