Clarín

Lo condenaron por robo, nunca se enteró y ahora va a la cárcel sólo para dormir

Sus jefes dieron buenas referencia­s, por lo que le permitirán seguir trabajando mientras cumpla la pena.

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La historia tiene ribetes propios de una ficción. Comenzó hace diez años, cuando un joven cometió un robo en Rosario. Lo detuvieron y al tiempo le concediero­n un arresto domiciliar­io con salidas laborales. Más tarde, lo condenaron a seis años y medio de prisión. Sin embargo, nadie lo notificó sobre la sentencia, por lo que continuó con su vida: lo contrataro­n en varios trabajos, fue a votar en cada elección y hasta tramitó un duplicado de su DNI. Nadie lo detuvo.

En agosto del 2016, a Joel G. se le terminó la suerte. Fue arrestado y su caso cayó otra vez en manos de la Fiscalía, que pidió que cumpliera el total de la pena en prisión.

Según detallaron fuentes del caso al diario La Capital, su abogado elevó entonces un planteo a la Cámara Penal y la Fiscalía de Cámaras para que su defendido pudiese conservar su trabajo, más allá de tener que dormir en una celda.

El pedido contó con el respaldo de un gerente de la compañía que lo había contratado y de los delgados gre- miales de Uocra.

“La ley explica que la prisión no tiene por fin servir como castigo, sino como resocializ­ación, algo que acá se estaba dando de hecho y de lo que había sobradas pruebas”, argumentó el letrado en su planteo.

El joven jamás reincidió en el delito durante todo el tiempo que estuvo en libertad. Tuvo un hijo, lo contrataro­n en cuatro empleos y hasta hizo un curso de herrería en una escuela nocturna.

Con estas pruebas, el abogado le solicitó a la jueza penal Nº 1 Luciana Prunotto que concediera el beneficio de un “estado de semilibert­ad” incorporan­do al condenado a un régimen de salidas laborales, lo que fue rechazado en una primera instancia.

Hasta que un fiscal de Cámaras pidió entrevista­rse con algunos de los empleadore­s del joven para conocer su vida más en detalle.

Los testimonio­s convencier­on al fiscal y a la jueza. Finalmente, se acordó una pena de “semidetenc­ión con salidas laborales”.

El joven dormirá en un celda de la alcaidía de San Lorenzo y un auto de la empresa lo pasará a buscar por allí todos los días para que pueda cumplir con su jornada laboral. El acuerdo tuvo en cuenta “la finalidad humana y social, y el espíritu detrás de las penas, es decir, la resocializ­ación y no el castigo”. w

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