Una familia muy... anormal
El castillo de cristal es una película de crecimiento sobre una chica en una familia completamente disfuncional. El filme está basado en la autobiografía del mismo nombre -escrita por Jeannette Walls-, aquí interpretada en la adultez por Brie Larson. El resto de la familia está compuesta por sus tres hermanos, por una madre hippie y artista com- pletamente ensimismada en sus pinturas (Naomi Watts) y por un padre, tan soñador como alcohólico, incapaz de mantener un trabajo ( Woody Harrelson). De entrada queda claro que el aprendizaje de Jeannette en su entorno familiar rural va a ser durísimo: la pequeña nena termina en el hospital tras prenderse fuego al intentar, por consejo de su mamá, cocinarse su propia comida; y su papá, que cree más en las lecciones “de la vida” que en las de la escuela, la hace escaparse del sanatorio para evitar tener que pagarlo.
La película se centra en la problemática relación entre ella y ese padre tipo Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Algo similar a la interesante Capitán Fantástico (con Viggo Mortensen), acá el problema reside en la necesidad del director Destin Daniel Cretton de recargar la narración con escenas trágicas. Cámara en mano, transmite la inestabilidad familiar, y aprovecha los recuerdos para -además de darle más tiempo en cámara a la estrella Larson- justificar con los caprichos de la memoria esos vaivenes de la relación de la nena con su progenitor. El punto más alto de la película es Woody Harrelson, que consigue darle tonos de ternura al papá en algún que otro momento, por más que el máximo talento del padre sea, casi como el personaje de Roberto Benigni en La vida es bella, aprovechar la imaginación de los chicos para abstraerlos de la pobreza en la que viven. Y con eso solo nunca alcanza. ■