Estudiantes que juegan con la muerte

La premisa, ya sea en su versión original como en esta remake, sigue siendo candorosa e irresistible: un grupo de estudiantes de medicina se obsesiona por saber qué sucede después de la muerte, al punto de inten- tar expermientarlo en carne propia. Los jóvenes se turnan para buscar paros cardíacos controlados como para devolverlos a la vida. En esta versión, la resurrección es eufórica y se la llega a comparar con una droga de diseño, pero el nuevo estado perceptivo que experimentan los chicos viene acompañado de para- noia y alucinaciones. La película de 1990, dirigida por Joel Schumacher y esta reversión del danés Niels Arden Oplev (“La chica del dragón tatuado”) tienen en común el argumento y algunas resoluciones, pero la mayor diferencia entre ambos filmes es el elenco, adaptado a los tiempos que corren. Diego Luna es el úni- co de los pasantes que está a la altura de aquel juvenil all-star de antaño integrado por Kiefer Sutherland, Julia Roberts, Kevin Bacon, Oliver Platt y William Baldwyn. Oplev explota menos el costado científico del filme de Schumacher y se apoya en el aspecto espiritual, que incluye una inesperada muerte. Esa secuencia tiene la bienvenida ambigüedad sobre qué les pasa a los pasantes, lo más atractivo de la película, que parece querer colgarse del éxito de It, otra remake que usa los traumas para alimentar el miedo, pero parece más un video de autoayuda . ■