Clarín

“Amo a los animales, pero más a las personas”

La cantante portuguesa cuenta cómo desarrolló su estilo dentro del género y por qué decidió dejar la carrera de Veterinari­a.

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El fado tiene una raíz inseparabl­e de la emoción y de los sentimient­os, y su arte es transmitir esa melancólic­a musicalida­d. Una de las artistas que logran esa conexión íntima es la portugesa Mafalda Arnauth, una artista de alma fadista, pero que alcan- za a través de sus propuestas, una interesant­e diversidad. La cantante se presentará con el guitarrist­a Ramón Maschio el sábado 14 de octubre, a las 21, en el Teatro Monteviejo, como cierre del III Festival Porteño de Tango y Fado que comienza dos días antes. “Tengo un alma fadista que permite que recorra mi propio camino musical; por eso en cada disco hay una Mafalda diferente”, dice la cantante durante la charla telefónica con Clarín, desde Alcochete, localidad ubicada a 30 kilómetros de Lisboa, una de las cunas del fado. En cada uno de sus siete trabajos, Mafalda deja en evidencia ese desarrollo y su madurez como autora. “Mi primer trabajo, Mafalda Arnauth (1999) era de fado, espontáneo, natural; no quería comenzar cantando las obras de Amalia Rodrigues, y fue así que 10 de los 12 temas del disco eran míos”, recuerda. En ese devenir de escribir canciones surgió una expresivid­ad particular, exaltada desde las melodías fadistas pero con un sesgo de actualidad que generó una inmediata atención . Su siguientes trabajos, como Esta voz que me atravessa (2001) y Encantamie­nto (2003), la señalaron como la nueva voz del género, en tanto su álbum Diario (2007), en el que por primera vez Mafalda tomó piezas de clásicos como Tom Jobim o Charles Aznavour para hacer sus propias versiones, la consagró definitiva­mente. “En ese proceso de crecimient­o que vive un artista de pronto se revelaron músicas de mi pasado, con las que crecí, y las incluí pudiéndome correr del lugar de fadista”, explica.

-¿Recibió algunas objeciones de los tradiciona­listas?

-Siempre puede haber alguna objeción; pero uno de los aspectos que cuido y respeto es mi sinceridad. La música que hago y la alegría que me envuelve al interpreta­rla se debe a que esa sinceridad la vivo como un valor. Vendrían luego Flor de fado (2008) y Fadas (2010), donde incluyó Invierno porteño, de Astor Piazzolla. Vendría luego Terra da luz (2013), su último trabajo, hasta ahora, en el que Arnauth se volcó más a la canción. “En Terra da luz hay una apertura musical que me conecta con lo que intenté transmitir: un mensaje positivo, luminoso”, señala la artista.

-¿Qué músicas hará en el Festival?

-Voy a hacer fados de diferentes épocas, aunque aún no tengo decidido cuáles. En Buenos Aires me siento como en familia, y sé que la familia pide que cante ésta, la otra o que no me olvide de hacer tal tema. Iré eligiendo una o dos de cada momento, y creo que así podré dejar contentos a todos.

-¿Es cierto que es veterinari­a?

-Estudié casi hasta recibirme. Diez años en la facultad, y en el final abandoné la carrera. Me decidí a hacerlo cuando me di cuenta de que no iba a ejercer esa profesión. Amo a los animales, pero más amo a las personas. Mi vocación era ser asistente social, pero quería estudiar algo que tuviese que ver con la ciencia y me orienté a las ciencias veterinari­as. Sin embargo, el canto fue más fuerte. Más aún, cuando comencé a componer. ■

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Horizonte abierto. Arnauth parte de sus raíces para recorrer otros caminos musicales sin perder su esencia.

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