El desafío de hacer rock sin margen de error
Con una formación de power trío (bajo-guitarra-batería), el primer disco de Acorazado Potemkin, Mugre (2011) planteaba desde el título una declaración de principios sobre el sonido que asumirían. “Mugre es lo que suena entre nota y nota”, decían por entonces. Remolino (2014) afianzó la potencia del grupo integrado por Federico Ghazarossian ( bajo), Luciano Esain (batería) y Juan Pablo Fernández (guitarra y voz). Ahora, acaban de terminar Labios del río, que desde hoy está disponible en las plataformas digitales, intensifica la elaborada crudeza de sus canciones, con una poética que oscila entre referencias ligadas a lo urbano y lo litoral. “A diferencia de los anteriores, este disco fue grabado totalmente en vivo. Los equipos fueron puestos al lado de la batería y el sonido general va en esa línea”, explica Ghazarossian. - Varios temas de “Labios...” los fueron tocando en vivo. ¿Cómo llegan a la idea de disco? Fernández: Ya teníamos asegurado el show de presentación y de ahí calculamos para atrás. Una banda independiente está obligada a armar un plan muy acotado y preciso. No tenemos mucho margen de error. Ghazarossian: Es una exigencia que uno se impone, no hay un productor que apriete. Nadie viene a mirarnos los temas ni a ver lo que estamos haciendo. Esain: Tenemos que hacer las cosas de una forma coherente, precisa y a la vez motivadora para que aparezca la magia. No la pasamos mal. Lo pasamos con alegría, siempre dando un poco más. - ¿Cómo piensan la unidad del álbum? Esain: Lo que hila los temas es una franja de tiempo, un momento compositivo de la banda. - No hay un concepto que agrupe. Férnandez: No, incluso costó mucho ponerle un nombre y en eso nos ayu- dó la gráfica de Sebastián Santana, un diseñador uruguayo que trabajó con nosotros en todos los discos. También hay temas personales, íntimos, que compartimos. La banda es siempre la suma de las personas, Potemkin no sería posible sin alguno de nosotros. - ¿Consideran que el ambiente natural de ustedes es el vivo? Ghazarossian: Creo que sí, todo lo que se laburó el sonido en el disco está buenísimo, pero hay cosas que suenan sólo en el disco y nunca será de ese modo en el vivo. Fernández: Hay una cosa rockera de “tocar como si fuese la última vez en el escenario” y nos gusta pensarlo al revés, como en el teatro: el que recibe nuestra canción la tiene que escuchar como si fuese la primera vez. Cuidamos mucho eso. - Siguen sosteniendo la descarga gratuita del disco. ¿Varió en algo la situación o reafirman la decisión? Esain: Confirmamos que hay que hacerlo así. Ghazarossian: En su momento llamó la atención porque somos de una generación que viene del disco físico y de contratos que no te dejaban ha- cer nada. Fernández: Hacemos lo que se hizo siempre: pensar una obra en términos integrales. Eso se mantiene. ¿Y qué implica? Esain: Triplicar el público. Y un canal de reproducción propio para que la gente nos escuche. Hay radios que no nos pasan pero la gente empezó a bajar el disco. Con el segundo ( Remolino) hubo más Streaming que bajadas. Pensá que cuando lo hicimos en 2011 no existía Spotify. Ghazarossian: De hecho el sello (OUI OUI Records) dudó en hacer lo mismo cada vez que se lo propusimos. ¿Y cómo los convencieron? Fernández: Agotamos las ediciones de nuestros primeros dos discos físicos. Y ellos, como mínimo, recuperan lo que invirtieron. Les dijimos: “¿Pueden fabricar y distribuir cuatro mil discos?” Contestaron que no. Nosotros lo distribuimos a todo el mundo en un día. Tuvimos doce mil descargas desde nuestra página. Esaín: Ya no se escucha la música de la misma manera. Ahora hay interesados, que compran el disco. Y otros que escuchan música como la radio y está buenísimo. ■