Clarín

El aliento y la fe renovados para el Mundial de Rusia

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• Cada partido de la Selección es una oportunida­d para ver cómo somos los argentinos. Somos expertos en fútbol: sabemos cuál tendría que haber sido la estrategia o el equipo. Somos exitistas, no podemos valorar nada si no es con un primer puesto; llegamos a una final del Mundo, a dos finales de la Copa América, pero no es suficiente, no logramos un título. Somos expertos en criticar: decimos que los jugadores no sienten la camiseta, que juegan sólo por la plata o que no se toman a la Selección en serio. Somos capaces de criticar a Messi, el mejor jugador del mundo, aquel que siempre apareció cuando lo necesitába­mos, que el martes demostró lo grande que es. Porque sin Messi la Selección no sería lo mismo. Porque cuando quiso dejar la Selección, todos rogábamos que volviera… ¿Tan rápido nos olvidamos de esos días? Vemos todo como si fuera fácil, como si sólo se tratara de golpear una pelota, no pensamos en la presión a la que están sometidos los jugadores, en todo lo que sacrifican para jugar para nuestro país y representa­rnos y en lo difícil que es estar siendo examinados todo el tiempo. Sería bueno que intentemos ponernos en el lugar de los jugadores, entender que no todo es tan sencillo de lograr y que lo mejor que podríamos hacer sería ser positivos y apoyar a nuestra Selección. Porque en hablar desde afuera somos expertos. ¿Qué tal si, en vez de hablar por hablar nos unimos como país y empezamos a valorar a nuestra Selección? Lucila Pelazzo lucila.plz@hotmail.com Cuánto me alegro por vos, Leo. Si alguien merecía una noche soñada como la que el destino quiso, ése fue Messi. Es probable que este partido con Ecuador marque un antes y un después en la psiquis de nuestro astro. Necesitaba como nadie colocarse el atuendo de héroe. Por él, por quienes no lo aman y critican, por el fútbol y por ese Mundial esquivo, que si existiera una Justicia devina debería ofrendárse­lo. Para que nadie discuta más “quién es el mejor de la historia del fútbol”. Gabriel Vides gbrvides@gmail.com

El entusiasmo de mis nietos es muy contagioso, y por supuesto cuando juega nuestra Selección, como todos, le ponemos el corazón para que la celeste y blanca salga victoriosa. Fue una gran noche. Con todos los miedos previos superamos a Ecuador. Con un comienzo que nos asustó. Con un compromiso de ganar que todo lo hacía difícil. Con un tema geográfico (la altura) que por suerte pudieron superar y sobre todas las cosas con un Messi que nadie puede dudar que es el mejor jugador del mundo.

Me siento muy feliz por él que pudo darse el “gustazo”. Tres goles maestros y un Enzo Pérez que nos contagió sus lágrimas cuando le brotaron con las sinceras palabras: “Sufrimos de verdad”. La de ayer no fue una mañana igual. Parece que la primavera es más cálida, tuvimos la felicidad de oir nuestro Himno y honrarlo con el equipo de la Selección.

Nos miró todo el mundo. Pienso que, eso, exactament­e, el equipo, el conjunto, el tirar todos para el bien de nuestra Bandera, es lo que conduce al éxito en todos los ámbitos. Iremos a Rusia y nos inunda el orgullo. Todos fuimos Argentina y eso nos hace bien. Nos enaltece y nos mejora para todo lo que nuestro país merece le brindemos. ¡Gracias, Selección! ¡Gracias, Messi! Rosa de la Fuente rosabfuent­e@hotmail.com • La Argentina clasificó al Mundial de Rusia. Pensé que la presión sobre el equipo jugaría en contra. No obstante, apareció Messi y convirtió tres goles. Ahora hay que pulir y trabajar para corregir los errores y mejorar.

Para los que decían que Messi “es un pecho frío”, creo que la respuesta ha sido contundent­e. Lo que hicieron la Argentina y Messi fue lo que hacen los grandes, aparecen cuando quedan mínimas esperanzas. Alejandro Olmedo Zumarán aolmedozum­aran@gmail.com • Hasta antes del partido que nos clasificó para el Mundial, Messi estaba juzgado, sentenciad­o y crucificad­o como “pecho frío”, pero como nos dio “el chiche” que queríamos, pasó del infierno al cielo como un dios todopodero­so, y nos pusimos contentos como los chicos con el dulce.

Nos olvidamos de que Messi nos llevó a una final de Mundial donde las circunstan­cias y la suerte quiso que saliera campeón el rival, y nuevamente lo volvimos a juzgar, olvidándon­os que sólo dos de muchos equipos llegan a una final. Ojalá dejáramos de subir y bajar del cielo al infierno y ser más objetivos: cuando se quiere, se puede; y cuando se puede, no siempre se logra, como el caso de la final pasada.

Messi no es un “pecho frío” ni un dios. Es un gran deportista que hace un arte de su talento y que a veces puede ganar, y otras no, igual que el resto de los mortales. Cuando comprendam­os eso, habremos crecido como país en muchos otros sentidos. Gustavo Gil gustavogil­68@hotmail.com

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