La magia de Leo gambeteó hasta un shopping

Nunca me interesó mucho el fútbol, salvo en los Mundiales. Me crié en una casa donde éramos tres mujeres, dos gatas sucesivas y sólo mi papá, que solía trabajar los domingos, era el testimonio de un varón futbolero. Así que los fines de semana la tele no se detenía en ningún canal deportivo. Todo cambió cuando la vida me dio dos hermosos hijos varones y un marido que les fomenta la pasión por la redonda. De a poco los canales de cocina (mis preferidos) se vieron desplazados por cuanto partido de fútbol rodara en el mundo. Ellos saben que mami sólo los acompaña religiosamente cada cuatro años. El martes no dejaba de imaginar qué pasaría si Argentina quedaba afuera de Rusia 2018. ¿Cómo les explico a los nenes -pensaba- que esa fiesta blanca y celeste, de reuniones con picadas (y puteadas) entre amigos tal vez no sucedería?

En medio de la angustia, mi celular me avisa que en un shopping top cercano ofrecían buenos descuentos para el Día de la Madre. Dilema existencial: ¿la oferta o el partido con Ecuador? Las mujeres, madres o no, tenemos ese plus de poder hacer mil cosas juntas. Corrí hacia los descuentos pidiendo que en casa resolvieran la cena y me esperaran todos en el sillón para rogarle al dios Leo. Pero, abrumada por el cansancio y la ansiedad, no elegí nada y me volví. La radio me dio un mazazo: gol de Ecuador al minuto. El primer gol de Messi llegó cuando estacionaba en casa. Entré esperanzada. Vimos el partido en familia y gritamos los goles y la fiesta del genio mayor con pasión futbolera. Ahora sí, con el pasaje a Rusia en mano y mi gente feliz, ya puedo elegir tranquila los regalitos para el domingo.