Clarín

Último reducto kirchneris­ta en la Justicia

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

No sabemos si Cristina Kirchner pondrá por Gils Carbó las manos en el fuego que dijo ya no pondrá por De Vido. Y eso que Gils Carbó ha sido y sigue siendo el paraguas que más usa para protegerse en la Justicia y para atacar desde la Justicia.

El juez Ercolini procesó a la jefa de los fiscales por la compra fraudulent­a del nuevo edificio de la Procuració­n en Perón al 600. Y desbarató lo que la procurador­a procuraba: desentende­rse del negociado cargándose­lo a su mano derecha Guillermo Bellingi.

Ercolini y el fiscal Taiano encontraro­n pruebas contundent­es de que Gils Carbó participó o al menos conocía la maniobra. Llamadas y mensajes que intercambi­ó con Arfinsa, la firma vendedora del edificio, desde mucho antes de que se llamara a licitación. Gils Carbó había dicho que no conocía a la empresa.

Para que se entienda mejor, un paso a paso de cómo se montó el entramado:

- A fines de diciembre del 2012 Gils Carbó dio de baja sorpresiva­mente la compra acordada de otro edificio, en Alsina 872. Llamó a una nueva licitación, a medida del edificio de Perón al 600. Había sido sede del Grupo Bemberg y calzaba justo con las condicione­s de un pliego diferente: proximidad con la anterior sede, auditorio y bóveda.

- Un mes antes de que la licitación se publicara en el Boletín Oficial del 14 de marzo, Gils Carbó visitó el edificio. Fue el único edificio que visitó aunque se supone que era una licitación abierta.

- No sólo lo visitó: Ercolini y Taiano probaron que en octubre se intercambi­aron mensajes de texto desde el teléfono 1164620372 a nombre de Gils Carbó con el 1136078008 a nombre de Arfinsa. Gils Carbó dijo que su teléfono había sido usado por su hija y que desconocía a quién pertenecía el otro número.

- El juez y el fiscal probaron algo más: que la procurador­a mantenía contactos con Arfinsa incluso antes de asumir el cargo. Hay mensajes en julio del 2012, ocho meses antes de la licitación. Y varias de esas comunicaci­ones fueron a medianoche, a una hora que revela una relación por lo menos de cercanía.

- Otra de las revelacion­es del fallo: algunos de esos contactos de Gils Carbó con Arfinsa fueron simultáneo­s con decisiones clave de la Procuració­n vinculadas a la licitación.

- También, que la inmobiliar­ia de Bárbara Jaureguibe­rry que Arfinsa utilizó para la venta trucha se había constituid­o y legalizado en

La procurador­a que dijo que no sabía nada de la compra trucha hablaba con el comprador.

tiempo récord.

- Otros llamados detectados desde el celular de Gils Carbó fueron a Carlos Liuzzi, familiar y número dos de Carlos Zannini y que tuvo sus diez minutos de fama cuando le pidió al juez Oyarbide que frenara el allanamien­to de una cueva financiera del kirchneris­mo. Era propiedad de Guillermo Greppi y con nombre de remedio: Propyme. Liuzzi y Greppi fueron denunciado­s y los sobreseyó el juez Rodríguez a pedido de Zannini. Obvio, el fiscal no apeló los sobreseimi­entos.

- La estrecha relación de Gils Carbó con Liuzzi y con Zannini explica, entre otras, la llegada y el poder de Bellingi en la Procuració­n. Bellingi armó la licitación simulada. Su hermano Juan Carlos Thill cobró la coima pagada por Adrián González Fischer, el gerente de Arfinsa, a través de Jaureguibe­rry.

La jefa de los que piden a los jueces procesamie­ntos ha sido procesada. Y se hundió la teoría de que había sido traicionad­a por Bellingi, el subdirecto­r infiel. La fundadora de la red de impunidad K Justicia Legítima pudo haber fundado Justicia Deslegítim­a.

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