Bailar para pensar mejor
Los integrantes de la banda marplatense hablan de su nuevo álbum, y de su vocación por los cambios.
Comenzó hace diez años en Mar del Plata, pero enseguida se trasladó a la escena under porteña: Morbo y Mambo es un proyecto básicamente instrumental que se reconoce deforme; desgenerado y desprejuiciado. Elude exactitudes de género, cabe en varias bateas (o tags) a la vez y combina raíces negras & blancas (jazz, electrónica, dub, rock, funk, siempre la psicodelia) para construir un groove irresistible que se mete en el cuerpo, en los pies y en la cabeza del baile colectivo, cada vez que tocan en vivo.
“Mutación y movimiento”, un concepto que se repite a lo largo de la carrera del grupo se aproxima como explicación de su universo y se sintetiza en el nombre de su flamante tercer larga duración, Muta: que estrenan hoy a las 21, en Niceto (Niceto Vega 5510). “Nos persigue la idea de mutar, de buscarle la vuelta a la música para que se vuelva sobrenatural, para que no sea siempre la misma. Por eso no hay demasiadas palabras que puedan definirnos”, dice Manuel Aguilar, bajista de la banda que completan su hermano Mateo (batería y sampler), Mauro Alberelli (teclados y sintetizadores), Maxi Russo (trombón, guitarra y sintetizador), Ignacio De Andrés (guitarra) y Andrés Ravioli (trompeta y flugelhorn).
Para este disco, exploraron nue- vas formas de canciones apelando a la voz, algo que no hacían desde su ep debut (2009), con icónicos cantantes de su misma generación: Santiago Barrionuevo (de El Mató a un policía motorizado), el chileno Andrés Nusser (ex Astro) y el australiano Nick Allbrook (antes, músico de Tame Impala; ahora, en Pond). -¿Los pensaron para ellos? Manuel: Sí. Como no somos cantantes de oficio, queríamos que las voces sonaran naturales y nosotros enfocarnos en tocar, haciendo lo que sabemos.
-¿Qué otros detalles tiene esta mutación?
Manuel: Algunos tracks, como Tundra y BS80, empezaron como improvisaciones mientras demeabamos. Después, Maxi los transformó en temas que luego volvíamos a tocar en la sala y terminamos grabando como improvisaciones ya armadas.
La banda había fijado el 1° de septiembre como fecha del lanzamiento digital de Muta, pero terminó saliendo una semana después: aquel día se cumplía un mes de la desaparición de Santiago Maldonado y se plegaron a la marcha en Plaza de Mayo.
“No daba sacar el disco el mismo día. Y tampoco nos íbamos a quedar callados ante algo así”, dice Manuel. Mateo completa: “Tomar posición no mancha nuestro cuerpo artísti- co. Ser parte de la cultura o el espectáculo te para en una línea muy lábil: sabemos que mientras apelamos a una energía de fiesta, pasan cosas tétricas. Hay una disociación odiosa ahí... pero creemos que con el cuerpo bailando, la cabeza piensa mejor”. ■